Page 12 - Revista Corredera 2019
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Laberinto de papeles y el fauno en forma de burocracia
Fue en 2011 cuando Antonio Barroso sale por primera vez en los medios. Él y su amigo, Enrique Vila, se enteraron de que eran adoptados a la vez y por una confesión del padre adoptivo de Enrique, que en su lecho de muerte le contó a su hijo que ellos y los padres de Antonio los com-
inscribía ahí. Cuando María José va a buscar el de su hermana le dicen, qué casualidad, que “todos los legajos de aborto anteriores al año 78 se han perdido en el re- gistro civil de Alicante en el cambio de un edificio a otro”. Sin embargo, le dicen que pida su legajo de nacimiento porque ahí debería estar toda la información referente al parto y pondrá que fueron dos las niñas nacidas ese día. Pero, para continuar con el modus operandi, en ese legajo de nacimiento donde debería poner que fue parto múltiple solo hay una raya y todo lo demás está vacío. No obstante, para rellenar la partida de nacimiento (que María José sí tiene) lo hacen con la información del legajo de nacimiento, si uno está vacío, ¿cómo el otro está completo?
praron a un cura y una monja en Zaragoza.
Cuando la bomba explotó se creó ANADIR (Asociación Na- cional de Afectados por Adopciones Irregulares). Fue ahí donde María José, al ver las similitudes de los casos de bebés robados con la historia de su hermana, empezó a buscar. Ellos eran la única referencia sobre bebés robados que existía hasta el momento.
Decidida a encontrar a su hermana, llama a la asociación y pregunta si existen más afectados en Alicante para po- nerse en contacto con ellos y saber qué es lo que tenía que hacer y por dónde empezar la búsqueda. Antonio la pone en contacto con Susi Cabrerizo, la coordinadora de toda la zona de Levante, ella le dice que lo primero que tiene que encontrar es la historia clínica, luego la partida de na- cimiento y defunción en el registro civil y la licencia de enterramiento del cementerio. Con esos papeles en mano y lo que encontrara en ellos, María José, debía dirigirse a Fiscalía de Menores y poner la denuncia.
Fue en ese momento cuando a cada paso que daba, lo único que hacía era tropezar como el lobo al que los cor- deros le llenaron la barriga con tantas piedras que, a penas, podía moverse; en este caso, el lobo solo quería ser justo y descubrir la verdad, mientras que los corderos... Los corderos sabían que si el lobo abría las fauces, su pe- llejo estaba vendido.
El hospital fue la primera pared con la que María José dio. Y es que cuando fue a pedir allí la historia clínica de su madre, le dicen que no hay constancia de que Francisca hubiese estado allí y que quizás la historia se perdió en alguna de las riadas que azotaron el complejo. Por suerte, aunque nunca encontrara la historia de su madre, en la partida de nacimiento de María José, sí que consta que nació el 20 de noviembre en ese hospital que por entonces llamaban: La Residencia.
El segundo reto fue encontrar la partida de nacimiento de su hermana, que en ese entonces al “no sobrevivir” más de 24 horas no tiene y queda inscrita en un legajo de aborto, este es un papel que lleva exactamente la misma informa- ción que una partida de nacimiento, pero en ese entonces a los bebés que morían sin pasar un día de nacidos se les
Después de todo eso tocaba ir al cementerio a pedir la li- cencia de enterramiento, donde también hay negligencias ya que donde debería constar el nombre del médico que atendió el parto y certificó la muerte, pone el nombre del padre de la bebé.
El 31 de enero de 2012 se realiza en el cementerio de la ciudad de Alicante la primera exhumación de toda la Comunidad Valenciana.
Con todos estos papeles, María José pone la denuncia y cuando el fiscal ve toda la documentación le afirma que efectivamente es un claro caso de bebé robado y ordena la exhumación. La de la hermana de María José el 31 de enero de 2012, fue la primera exhumación que se hizo en la Comunidad Valenciana, y a ella asistieron todos los me- dios de comunicaciones tanto locales como nacionales. Después de realizarle al padre un cuestionario para saber exactamente dónde se enterró y cómo era la caja, los efec- tivos procedieron a la exhumación, pero solo encontraron un lateral de la cajita de conservas en forma de “L”.
En la tierra podía advertirse la impronta, medio metro más debajo de esa impronta se encontraron unos restos, pero a los 11 meses le comunican a María José que no había fi- liación entre los restos y ella.
No obstante, también le dicen que con los restos encon- traron un tercer fémur, pero con tan mala suerte, que ese no podían analizarlo porque estaba contaminado y no se le podía hacer el ADN.