Page 46 - Revista Corredera 2019
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“En el segundo víbora todo fueron problemas, costó mucho más que el primero: la distancia fue mucho más grande, y las formas de trabajar fueron totalmente distintas”, critica el fabricante Agulló.
El fabricante manifiesta que, en el primer proyecto, los pintores eran profesionales, se tuvo más cuidado y el rendimiento de la pintura fue mayor. En cambio, José A. Agulló revela que, en el segundo, se quiso hacer excesivo al público, por lo que participó gente que no tenía los conocimientos suficientes para pintar. Además, Agulló critica: “En el se- gundo proyecto, fallaron las infraestructuras que damos por sabidas, la limpieza ade- cuada a la superficie y el agua que habíamos calculado”. Asimismo, el fabricante confiesa que hubo gente que utilizó el agua del río para mezclar la pintura. De igual modo, José A. Agulló añade: “En el Víbora II todo fueron problemas, costó mucho más que el primero: la distancia fue mucho más grande, y las formas de trabajar fueron to- talmente distintas”.
Agulló tuvo muchas críticas a pesar de que los ecologistas sabían que la pintura no era contaminante. Ante este problema, Llorens defiende: “No estábamos trabajando con una pintura industrial, era una pintura que se le sacaba todo lo tóxico”. Además, el ar- tista manifiesta: “La mentalidad de los ecologistas es que si los peces del mar se comen la pintura, y luego nosotros nos comemos los peces, nos estamos contaminando”. Asimismo, el artista de Esbart Zero añade que para cambiar esta mentalidad es nece- sario demostrar que la pintura no contamina. Por su parte, el fabricante expresa que, desde el punto de vista legal, aunque las pinturas empleadas en el proyecto no tengan el sello de ecológicas, no están consideradas en Europa como contaminantes. Aún así, Agulló indica que cada pintura tenía su ficha de seguridad con la que el Ayuntamiento certificaba que no era contaminante.
Por otro lado, Juan Llorens explica que para la fabricación de la pintura del Víbora I colaboraron multinacionales como Bayer que les ayudó a convertir el polvo en pintura, pero que sin embargo, en 2014 no fue así, porque se produjo una crisis de proveedores, dejaron de colaborar, y en su ausencia contribuyó el Ayuntamiento.
Hacia un nuevo proyecto
El éxito de ambos proyectos ha hecho que se plantee la idea de realizar un tercero. De hecho, Toni López revela: “En el año 2020 se tiene previsto hacer de nuevo el pro- yecto Víbora, aunque está complicado por las elecciones, y se prevé que será en 2021, cuando se cumplirán treinta años desde su creación”. Del mismo tema, José A. Agulló asegura que si se hiciera el Víbora III, habría que plantearse qué se quiere hacer, cómo está la superficie, seleccionar las características que se quiere tener de la pintura y ver los costes. Además, la distribución tendría que ser de otra manera, con un mayor control y con más voluntarios. Por su parte, Llorens expresa: “Se volverá a pintar sobre las pin- turas, habrá personas que pinten encima o que aprovechen la pintura para que quede una ambigüedad entre lo que hubo y lo que habrá”. Asimismo, el artista añade que el proyecto estará abierto a todo tipo de personas. “La metáfora es la vida misma, es algo que va circulando y pasando y bueno, se van regenerando las imágenes”, indica el artista de Esbart Zero.
El Proyecto Víbora I y II supuso una movilización ciudadana considerable, todos parti- ciparon en un mismo proyecto que representaba la unión por el arte. De hecho, Juan Llorens asegura que los proyectos se realizaron con la filosofía de que el arte es de todos y el espacio también. “Se quería democratizar el arte, que no estuviera solo a nivel de galerías y museos, sino que la gente pudiera utilizarlo para la vida, para la catarsis, para terapia, para el desamor...”, concluye Llorens.