Page 257 - La Libreta Gris - La otra crónica de Elche: 2008-2017
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"Y no estaba muerto no, no, estaba tomando cañas, lerelele". Canción 'El muerto vivo', popularizada por Peret en 1966.
Resumen de lo no publicado: la concejal Cristina Martínez se queda sin su trabajo sanitario, se cabrea, culpa a Mercedes Alonso por acción u omisión y cambia el sillón popular por el taburete de no adscrita. La oposición, que pese a no parecerlo, está al quite, se da cuenta de que algo no cuadra, echa mano de la calculadora científica y descubre que el PP ha perdido la mayoría absoluta. Leña al mono con plenos extraordinarios. Pero con la premura, los nervios y la inexperiencia resultan sendos fiascos políticos para Antonio Rodes y los suyos: en el de sanidad no hay ningún informe de deficiencias para adjuntar a la conselleria, y en el del estado de la ciudad, no se puede aprobar ninguna propuesta, porque la alcaldesa les ha ganado la mano con una convocatoria exprés. Mientras tanto, Cristina, liberada al fin del yugo opresor, exonerada de tener que llevar al hospital a Martínez-Pujalte en su Mercedes (coche) cada vez que le sube la tensión, y renovada espiritualmente tras haber visto la luz, se lanza a predicar el advenimiento de la nueva sanidad pública, universal y gratuita, de la que le obligaron a renegar a cambio de un plato de lentejas –verbigracia: un (buen) sueldo y un (buen) cargo–, aunque ella no quería, oiga, que ya lo denunció y nadie le hizo caso (aporta MP3 como prueba). Y además, trasmutada en áurea protectora de las desvalidos, desfavorecidos y desahuciados, el ángel del 111 advierte de la presencia del mismísimo maligno (maligna en este caso) al frente del Ayuntamiento: el 666 mismamente. Maledicencia que la alcaldesa y sus adláteres rebaten mientras acusan a la díscola de actuar por malsano rencor. Pero también hay quien, de entre ellos, no ven bien la caza de brujas –de la bruja, en este caso–. Manolo Latour, Daniel McEvoy y Sebastián Polo se destapan como inopinados defensores de su ex compañera y piden otras formas. A su jefa no le gusta nada y amenaza con convertirlos en incompetentes (verbigracia: sin competencias), pero al final se limita a dejarlos sin cruasanes en los desayunos del grupo. María José López también mira con cara de desaprobación toda esta cuestión, pero en un discreto o cuarto plano. De momento. La alcaldesa, hecha su
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