Page 13 - Riegos El Progreso
P. 13
1. la Puesta en marcha: 1906-1909
El de abril de 906, en la notaría ilicitana de D. Juan Ferrer Orts, nacía la Sociedad Nuevos Riegos El Progreso, sociedad anónima creada por siete personas y nacida bajo el impulso, la idea y el capital de un perito electricista e industrial: Ernesto Martínez Riviere (Elche 6; Torrevieja, 9). Él fue quien convenció a un grupo de campesinos afincados en la partida rural de La Marina para poner en marcha un proyecto que hoy podríamos considerar una muestra local del regeneracionismo hidráulico impulsado por Joaquín Costa desde finales del siglo XIX. Probablemente, Ernesto Martínez no llegaría a pensar nunca que su proyecto cumpliría un siglo: llevar las aguas de los azarbes del Segura al campo de Elche mediante su elevación con energía –carbón en el primer proyecto y electricidad en los siguientes–. Cien años después, muchas personas vinculadas a El Progreso recuerdan la incredulidad generalizada con la que fue recibida: “me bebo toda el agua que llegue”, pero, a pesar de todo, más de 00 personas aportaron capital para su puesta en marcha. No sin dificultades, el proyecto cuajó y desde el primer momento. Martínez Riviere convenció inicialmente a cuatro propietarios agrícolas domiciliados en La Marina (Andrés Gomis Alonso, el primer presidente de la sociedad; Antonio Alonso Gomis, Agustín Miralles Chilar y Salvador Amorós Soler) y a dos jornaleros de la misma pedanía (Antonio Sempere Maciá y Joaquín Pérez Sánchez). Estas siete personas firmaron la escritura de constitución de una empresa que nació como sociedad anónima, por tiempo ilimitado y con el objeto de aprovechar para riegos y avenamientos las aguas sobrantes de los azarbes (cauces que drenan las aguas muertas) del río Segura llamados Reina, Enmedio, Acierto, Abanilla, Pineda y Convenio. Todos ellos desembocan en el Segura a la altura del término de San Fulgencio. La toma de las aguas se haría en el partido de los Ortices, frente a la Cueva de los Cochinos y de ahí el nombre de Ortices con el que se conoce la primera elevación.
Ernesto Martínez Riviere convenció a sus socios para poner en marcha el proyecto, pero no parece que se tratara de lo que conocemos como socios capitalistas, sino más bien de personas de condición modesta, al menos por el capital que pudieron aportar: El Progreso nació con un capital social de .0 pesetas, dividido en 0 acciones de cinco pesetas. Los seis socios cofundadores tan sólo se hicieron con 6 acciones