Page 108 - La Libreta Gris - La otra crónica de Elche: 2008-2017
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nuevo mercado central, los populares esperaron hasta el último momento para mostrar sus cartas, para que no les ocurriera lo mismo que con el intento de privatización de la gasolinera de la estación de autobuses, cuando al final el alcalde dio marcha atrás ante la amenaza de Compromís de votar en contra y perder. En esta ocasión la estocada ha sido certera. El proyecto, gane quien gane, dicen que se retomará tras las elecciones, pero el tanto político ya está en el haber de la jefa de la oposición, que ha conseguido, con la inestimable ayuda prestada desde la Generalitat, paralizar algunos de los proyectos emblemáticos de Soler para este mandato: el Mirador del Palmeral, la reforma del Paseo de la Estación, la rehabilitación del convento de la Merced y ahora el nuevo mercado. Además, ha logrado que el Plan Especial del Palmeral lleve ya cuatro años en el congelador en Valencia y que el programa financiero municipal tenga menos valor para el Consell que un billete de 13 euros. No está mal.
Con razón viene el president Camps aquí a su proclamación y le dice: "Mercedes, pídeme lo que quieras cuando seas alcaldesa, y además el doble". Para empezar, con que vayan dando salida a todo lo que hay pendiente de aprobar (menos la Noria, claro. Aunque nunca se sabe: el popular Eduardo Zaplana repudió el macropoyecto de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia porque era cosa de su antecesor al frente del Consell, el socialista Joan Lerma, y ya ven cómo ha acabado la cosa), con todo eso ya tendrá para unos cuantos años. Evidentemente, si consigue la alcaldía. Una cosa es llenar el auditorio del centro de congresos (el Partido de Elche casi completa también el aforo el pasado domingo, ojo), con la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y el President como cabezas de cartel, dirigiéndole piropos a la candidata y entre sí, y otra son los votos en las urnas.
Hasta ese momento quedan aún casi dos meses en los que veremos muchas cosas. Y no todas buenas ni agradables. Como las pegatinas que circulan por ahí advirtiendo de que Soler perjudica seriamente el bolsillo de los ilicitanos, o las hojas volanderas con artículos de prensa que no llaman precisamente guapo al candidato socialista y que se han buzoneado en buena parte de la ciudad. La guerra sucia es consustancial a las contiendas electorales. Aunque los respectivos candidatos o responsables de campaña no siempre aprueben estas prácticas subterráneas, no suelen impedirlas, bajo pretexto de que viene de elementos incontrolados. Es lo mismo que sucede con los radicales en el fútbol, que aún a sabiendas de que perjudican la imagen del club, se toleran porque intimidan al contrario. Ahora me doy
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