Page 12 - La Libreta Gris - La otra crónica de Elche: 2008-2017
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impedían pasar a COU), se puso a trabajar en el horno-panadería de José Díez entre las siete de la mañana y las dos y media de la tarde.
Fueron esos años determinantes en su vocación como amante de la música. Entre la radio de la familia, las películas folclóricas que vio con sus padres y los discos de sus primos y conocidos, Gaspar se convirtió en el amigo melómano para todos los que coincidimos con él en el Instituto. Todos recordamos los hit parade que elaboraba en clase con nuestros votos
de lo que escuchábamos entonces. En mi caso, por exceso de beatlemanía, me sugería que me olvidara por un rato de las canciones de Lennon- McCartney y Harrison y apuntara cualquier otra cosa. Gaspar se convirtió así en un precoz crítico musical que se proveía en el kiosco de la calle del Salvador de revistas como Mundo Joven, Disco Express e incluso publicaciones inglesas como Melody Maker y New Musical Express, para cuya rudimentaria comprensión se compró un diccionario de inglés Cuyás y más tarde se agenció un curso de inglés por correspondencia (el francés era la lengua extranjera imperante entonces en Secundaria). Su amigo y mentor musical Carlos
Morante, ex integrante de los míticos Los Brindis, disc-jockey y director de programas musicales en Radio Elche, le aconsejó para comprarse en Madrid, con el dinero ganado en la panadería, su primer equipo decente de música, en 1973.
Un año antes apareció con su amigo y compañero de pupitre Pepe Martínez Ferrández en Radio Elche para conocer al maestro José María Aguilar, que dirigía el afamado programa musical El Pueblo Más Pop. Le entregaron una selección de noticias musicales, lo que les valió convertirse en colaboradores habituales del programa. Con el tiempo, Gaspar siguió en solitario y acabó también comentado cada semana un nuevo LP (long play de vinilo, para los más jóvenes). Fue también la música la que ayudó a reunir –y así siguen, transcurrido casi medio siglo– a un grupo de compañeros de estudios y aledaños, que acabaron formando Polseguera, una de las sociedades secretas más conocidas de la ciudad, que celebra una convocatoria navideña anual. El nombre, según parece, vino de un western que vieron varios de ellos en el Gran Teatro. Se ve que alguien dijo “Xè, quina polseguera”, porque ya se sabe que en las películas de americanos e
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        Junto al Bochiot (1972)
 



























































































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