Page 27 - La Libreta Gris - La otra crónica de Elche: 2008-2017
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La comitiva se completa con un nutrido aunque disperso grupo de personajes. Junto a Soler marchan Mercedes Alonso, oculta bajo un capuchón negro, que fustiga la descarnada espalda del alcalde con un látigo formado por cortantes tiras de facturas (supuestamente irregulares) trituradas. Y encima, le va empujando para que se caiga. Al otro lado, Manolo Latour, vestido de romano, que no deja de pinchar al penitente con una afilada lanza. Los demás discípulos de Soler le siguen un tanto distanciados e indiferentes a su sufrimiento, excepto Mari Tere Sempere, la Mater Desolata, cuyo amor de madre le impide separarse de su hijo político aun a sabiendas del fatal destino que le puede esperar. Antonio Amorós, en el papel de San Pedro, el elegido por Soler para extender su iglesia y negociar con el sanedrín, le negará tres veces antes de la misa del Gallo; otro le venderá por un puñado de monedas (permítanme que no cite nombres por el momento, por lo que pueda pasar) y los demás se harán los despistados cuando llegue el momento. Pero también hay quien se plantea si acompañarlo en sus adversidades, para poder estar a su diestra cuando se produzca la resurrección. Por si acaso.
Antes de completar su camino expiatorio deberá comparecer ante Poncio Pilatos (en esta representación el orden de las escenas se altera un tanto por cuestiones del guión), quien probablemente, dejará en manos del pueblo la decisión de si prefiere salvar a Soler o a su verdugo Alonso. En ese momento, viéndose vencido por la traición, el mesías socialista grita: "¡Jorge[Alarte], Leire [Pajín], ¿por qué me habéis abandonado?!".
Pero como esta escenificación tiene elementos un tanto novedosos y los guionistas trabajan por horas, con cargo al Plan Zapatero, no se sabe todavía si al final habrá crucifixión o acabarán todos bailando, tipo 'Slumdog millionaire'. En cualquier caso, el vía crucis promete proporcionar aún muchos momentos de gran valor plástico y profundo sentimiento místico. Permanezcan atentos y sigan con atención las procesiones.
Y otra cosa. El alcalde, Alejandro Soler, llevaba mucho tiempo sin hablar ni saludar a su predecesor, Diego Maciá, según cuentan. El feo asunto de las facturas ha agrandado la distancia entre el delfín y su mentor. Pero en el acto del viernes en el Gran Teatro, de homenaje a las corporaciones municipales desde 1979, no tuvieron más remedio que saludarse, eso sí, algo fríamente. ¿Le pediría Soler algún consejo a Maciá sobre su discurso? (05/04/09)
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