Page 41 - La Libreta Gris - La otra crónica de Elche: 2008-2017
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Así que, como estamos en fechas de repasos y balances de la temporada, y dado que la libreta se cierra por vacaciones, no estará de más que recapitulemos qué ha dado de sí el curso que acaba. Así que, mientras suena de fondo la sintonía de la telecomedia Enredo (Soap), vamos al resumen del culebrón de esta temporada.
Esto era que se era que en el Camelot socialista ilicitano, donde reinaba la paz, el solaz y el sosiego, estalló la tormenta allá por el mes de septiembre, cuando el alcalde, Alejandro Soler, se deshizo de dos de sus asesores (Iván Aranda y Juan Caballero, heredados de su predecesor, al intuir que habían traicionado su confianza en la asamblea del PSOE). Pero dado que este último forma una unidad matrimonial con una de las ediles de Soler, María Ángeles Avilés, ésta se sintió a su vez traicionada por el alcalde, quien por su parte insistía que no había traicionado a nadie. La concejal montó en cólera, amagó con irse, luego con quedarse, después con irse pero quedándose, y todos sus compañeros temieron que también les iba a traicionar. Pero la felonía no se consumó entonces, porque la traición, como la venganza, es mejor servirla fría.
La paz pareció volver a Camelot hasta que una nueva traición sacudió a Avilés hasta los huesos, al sentirse repudiada por Soler, que prefirió a la socia de compromiso, Àngels Candela, para tratar los presupuestos, antes que a ella, que guardaba la llave de las arcas municipales. La tensión se le puso a la socialista al 25-20 y, tras conjurar a las fuerzas de las tinieblas, se le apareció Mercedes Alonso envuelta en humo (que luego se comprobó que era producto de la propia combustión espontánea de la edil socialista). "Pídeme lo que quieras y lo tendrás. Sólo tienes que darnos tu voto y el causante de tus desdichas acabará en el averno de la oposición", le dijo la popular con una vez profunda y cavernosa tipo Darth Vader (efecto especial producido por Manuel Latour, quien también se sentía traicionado y humillado por Soler, al dejarle sin comer, a él y a su esposa, el día de la Constitución). "¿Todo, todo?", le contestó Avilés. "Casi todo. Toíto te lo consiento menos quedarte la alcaldía", replicó Alonso. Estaban ya con los papeles en la mano para sellar con sangre el pacto mefistofélico de amplio espectro cuando una avioneta en vuelo rasante, conducida temerariamente por Emigdio Tormo transmutado en Manfred von Richthofen (mismamente el Barón Rojo) volatilizó con sus hélices el ectoplasma de Alonso mientras Avilés corría a esconderse en Altea la Vella. Todo ello observado con unos potentes prismáticos desde lo alto de la torre de Calendura por Soler, que se frotaba las manos con fruición e indisimulado regocijo.
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