Page 63 - La Libreta Gris - La otra crónica de Elche: 2008-2017
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apartada orilla más pura la luna brilla y se respira mejor? Esa armonía que el viento recoge entre esos millares de floridos palmerales, que agita con manso aliento; ese dulcísimo acento con que trina el ruiseñor de sus copas morador llamando al cercano día, ¿no es verdad, Mercedes mía, que mejor se verían desde un mirador?
DOÑA INÉS M.: –Callad, por Dios, ¡oh!, Don Juan que no podré resistir mucho tiempo, sin reír, tan nunca sentido gañán. ¡Ah! Callad, por compasión; que oyéndoos, me parece que mi razón enloquece y burláis mi corazón. Vuestra presencia me enajena, vuestras palabras me alucinan, y vuestros ojos me acribillan y vuestro aliento me envenena. ¡Don Juan! ¡Don Juan! Lo imploro de tu fama de impostor: o reniegas del mirador o caerás en el desdoro.
Don Juan Alejandro, con un gesto de desaprobación por tan arisca reacción, cambia de postura en el banco, carraspea y vuelve a la carga:
DON JUAN A.: –No es, Doña Inés, Satanás quien pone este mirador aquí; es Pepiño, que quiere por ti pagármelo y nada más. Desecha, pues, tu inquietud, bellísima doña Inés, porque me siento a tus pies esperando tu solicitud.
DOÑA INÉS M.: –No, Don Juan Alejandro no cederé ante tu embeleso, así que no me comas el seso: ese mirador es un engendro. Y ya me voy marchando, que empieza a refrescar y he venido andando.
Mientras Doña Inés de las Mercedes se aleja, Don Juan Alejandro se sume en la desesperación.
DON JUAN A.: –No me causan pavor vuestros semblantes esquivos; jamás, ni muertos ni vivos, humillaréis mi mirador. ¡San Valentín no me asistió! Pero mal rayo me parta, que aunque digas que estás harta, tendrás mirador, ¡por la madre que me parió!
Y así queda, puesto en pie sobre el banco de palmera, oteando el frondoso ramaje del milenario palmeral. Cae el telón y acaba la función. (El público, puesto en pie, pide más).
(PD: Con una pequeña ayuda de los clásicos). (14/02/10)
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