Page 283 - Elche en guerra 1936-1939
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Los discursos políticos
No falta tampoco la apelación constante para que las mujeres se incorporaran a los trabajos de retaguardia de forma que los hombres pudieran acudir a los frentes de guerra. Aquí el problema no estaba en las mujeres sino en el escaso ánimo de muchos hombres para abandonar la ciudad:
“Hoy, cuando estamos forjando una España más justa, fuerte y venturosa, donde no exista la corrupción de las relaciones sexuales, con el bello sexo, es necesario que todos hagamos un profundo estudio de lo que representan las mujeres en nuestra lucha por una vida mejor. Para ellas, el máximo respeto como madres, hermanas y novias, que con su cálido amor han sabido dar combatientes llenos de entusiasmo a la causa popular. Es imprescindible que los que alardean de antifascistas al dirigirse a ellas, usen un lenguaje correcto, pero libre de toda hipocresía, pero que no se troque (sic) en un hablar zafio y bochornoso (...) Nada más indignante, lo que diariamente observa- mos en la popular ‘correora’ donde al oscurecer ya hay muchos donjuanes que van al acecho de sus presas bonitas, rodeando a estas de piropos brutales (...)”.111
Lógicamente, el modelo soviético era el más recomendable para la mujer:
“(...) En la Patria soviética no existen las rameras, esas eternas mujeres degene- radas, carne de placer sin placer, desgraciadas de la vida. Una mujer soviética es digna, como el hombre, del amor, del trabajo y de las cosas relacionadas socialmente, como manda la buena educación, con la 1a y 2a Enseñanza en las Escuelas y Universidades. Así, la mujer, no tiene que recurrir a la mala vida, vendiéndose a los hombres malvados, degenerados o viciados en cosas de malísima costumbre. Como en Rusia han desapa- recido todas estas lacras sociales que engendra el capitalismo para poder subsistir, yo proclamo como única patria del proletariado universal a la gran Rusia soviética”. 112
El semanario se mostró partidario –y fue el único– de conceder la petición de numerosos vecinos de El Altet para segregar la partida rural e incorporarla a la ciudad de Alicante. A pesar de las numerosas peticiones en este sentido de los vecinos de dicha partida rural, el Consejo Municipal ilicitano en ningún momento atendió siquiera estudiar el asunto. También llama la atención que el semanario publicara, al menos en dos casos, la expulsión de otros tantos militantes por “indeseables”, sin explicar en que consistía la responsabilidad.
No es fácil cuantificar la presencia comunista en la ciudad a lo largo de la guerra: 38 células significarían aproximadamente unos 300 militantes. Sin
111 Elche Rojo, 18 de septiembre de 1937, n. 23. “Respetemos nuestras mujeres”, por J. P. Kleukens.
112 Elche Rojo, 20 de noviembre de 1937, n. 32. “¡Esta es mi patria! La patria soviética”, por José Navarro González.
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