Page 67 - La Libreta Gris - La otra crónica de Elche: 2008-2017
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    3.3. Agua para lavarse, jugar...
Del siglo XIII procede el testimonio más antiguo de un uso no regulado de las acequias de Elche: las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio (1221-1284) nos cuentan el suceso de una niña ahogada en la acequia cuando iba a beber agua.
Nos podemos imaginar a esta niña jugando cerca del canal, agotada, e inclinándose para saciar su sed con el agua salitrosa de la corriente. Pudo no ser así, pero sí que es cierto que los niños, a lo largo de la historia, jugaron y se bañaron en las acequias, como podemos ver en algún testimonio fotográfico. En 1741, un regante acusado de haber manipulado el partidor de Nafís, al sur de la
> Las acequias configuraban unespaciohabitado, dondese jugaba, se reía, se trabajaba...
población, se escudaba en “Los muchachos que acuden a jugar por sus cercanías”.
Los canales de riego, junto a los caminos, eran un lugar concurrido, por los que pasaba el sobresequier para realizar su inspección diaria, recorrida por los regantes cuando iban a controlar el partidor por el que les tocaba el turno de riego, al “Clot de les Tres” (calle Curtidores) acudían los vecinos a lavar sus caballerías, también limpiaban en la acequia las pieles los curtidores y los almazareros los “cofines”. Y, por supuesto, las mujeres acudían a lavar la ropa.
Las acequias configuraban un espacio habitado, donde se jugaba, se reía, se trabajaba y, seguramente, se contaban penas y cotilleos. Algo de ello nos dejaron los primeros fotógrafos que visitaron Elche. Y, a pesar de la teatralidad que transmiten las imágenes, nos acercan a una sociabilidad, que formaba parte también de la cultura del agua.
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