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La industria del chocolate
La industria del chocolate de Villajoyosa comenzó en torno a 1840 con el procedimiento conocido como “A piedra”, por el uso de piedras y cribas manuales para su elaboración. Años más tarde, a mediados de la década de los sesenta del ochocientos, comenzó la fa- bricación de chocolate por procedimientos mecánicos gracias a molinos circulares con cilindros cónicos para la trituración del cacao mezclado con azúcar. El siguien- te cambio se produjo con la introducción del molino típico de cacao y la afinadora y, con ello, la división del trabajo: moler y triturar. Llegaron también los “mezcla- dores” de cacao y azúcar que facilitaron la amalgama, el moldeo y la refrigeración para producir las pastillas.
Las materias primas son el cacao, el azúcar, la hari- na de arroz, la canela y la vainilla. Tradicionalmente, el cacao venía de la colonia española de Fernando Poó. Para clases finas de chocolate se empleaba cacao ame- ricano, de Ecuador y Venezuela, con sus tipos conoci- dos como Guayaquil y Caracas. El azúcar era de pro- ducción nacional, de Andalucía y Aragón. La harina de arroz venía de Valencia y tanto la canela como la vaini- lla se importaban desde colonias inglesas como Ceylán.
En un informe de los años sesenta, se calculaba la producción en unos 75.000/80.000 kilos mensua- les destinados exclusivamente al mercado nacional y unos 239 trabajadores. Las dificultades del sector se debían a las dificultades para la obtención de mate- rias primas como el azúcar.
Hijos de Marcos Tonda, fábrica de chocolates
Marcos Tonda Soriano fundó la empresa en 1864 después de haber trabajado en una fábrica de jabón. Comenzó a vender chocolate en Alicante, Elche, Ori- huela, Novelda, Elda..., utilizando su carro de mulas. Un reparto que duraba un mes y significaba recorrer unos 160 kilómetros. En la fábrica se convirtió en cos- tumbre iniciar el trabajo con una taza de chocolate y una ensaimada. Cuando murió Marcos Tonda, su hijo Juan creó la marca “Hijo de Marcos Tonda”, continua- da por los nietos Juan y Gaspar. Al cumplir el siglo, en 1964, la fábrica contaba con 50 personas y producía unas 25.000 tabletas con diferentes denominaciones: “Virgen de las Nieves”, “El Negrito” y “Buana”. Traba- jadores como Edmundo Sánchez Gómez se convirtie- ron en maestros chocolateros con medio siglo de tra- bajo continuado en la empresa.
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