Page 151 - La Libreta Gris - La otra crónica de Elche: 2008-2017
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continentes. En realidad quería disfrazarse de mosquetero, pero acabó aceptando el cargo eclesiástico.
Athos, Porthos y Aramis fueron asignados a Latour, Vicente Granero y Manuel Rodríguez, por ser los más diestros con la espada dialéctica y los que dan más certeras estocadas a los socialistas. A todo esto que Sebastián Polo, que temía tener que conformarse al final con algún personaje secundario, trató de hacer valer su condición de responsable de las fuerzas del orden público y reivindicó el disfraz del rey Luis XIII, que logró, sorpresivamente, sin oposición. Justino Delgado, que había permanecido a la expectativa, hizo valer su condición de organizador de la fiesta y reclamó que o elegía el disfraz o no había carnaval. "¡Quiero salir de conde de Montecristo!", exclamó. Por supuesto, nadie se atrevió a contrariarle, ni siquiera insinuarle que ese personaje era de otra novela de Dumas. Así que aceptaron su sugerencia y le dieron un traje cualquiera del baúl. Total, ni Justino ni los demás –a excepción de Ruz, claro, y de Manuela Mora, que se acordaba de haber visto la serie en televisión–, tenían ni remota idea de qué podía vestir el famoso noble cuando no estaba en la cárcel. A Cristina Martínez, como era de esperar, le asignaron el disfraz de la delicada Constance, aunque la edil del tema sanitario hubiese preferido también ser una mosquetera antes que el malogrado amor de D'Artagnan. En fin, así se fueron repartiendo los disfraces hasta completar un conjunto armonioso a la par que heterogéneo, si ello es posible.
Pero no vayan a pensar que la oposición no aprovechó la ocasión para reivindicarse ante el pueblo. Los socialistas están ahora en todos los sitios, porque se han tomado muy en serio eso de volver a recuperar el contacto con los ciudadanos. Cuentan que los vieron también en la celebración carnavalera, y que para la ocasión eligieron una alegoría universal de la lucha contra la opresión y el estrangulamiento fiscal de las clases populares: Robin Hood y sus huestes del bosque de Sherwood. Aquí no hubo discusión alguna acerca de que el legendario personaje del arco y las calzas verdes, defensor de los pobres y oprimidos, tenía que ser encarnado por el portavoz Alejandro Pérez. El disfraz del fornido Little John se adjudicó a Emilio Domenech, más que nada por cuestión de talla; de Lady Marian se vistió Blanca González, tras pugnar con su compañera María Dolores Asencio, que se tuvo que conformar, como sus demás compañeros de grupo, con otros personajes secundarios. Alejandro Soler rechazó el disfraz del tirano príncipe Juan Sin Tierra por sus connotaciones negativas, y porque argumentó que él se iba al Carnaval de Alicante.
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