Page 159 - La Libreta Gris - La otra crónica de Elche: 2008-2017
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priori, sencillita y para despacharla en unos pocos minutos. Encima, como ningún concejal cobra ya por asistir a estas sesiones golfas (otra consideración de la alcaldesa hacia la oposición justificada por la austeridad, igual que no haber aprobado aún, casi un año después, la contratación del funcionario de empleo del PSOE), se suponía que no iban a dedicarle mucho tiempo. Y bajo esas premisas transcurría la sesión hasta que una espectadora llamó "dictadora" a la alcaldesa. "¿Dictadora yo? Pues hala, un receso para desayunar", replicó Mercedes Alonso. Se nota que le gustan los recesos plenarios, porque lleva ya unos cuantos en las sesiones que ha presidido desde junio. Es como un rasgo de la autoridad inherente al cargo. En cuanto hay follón, pues receso que te crió. Para calmar los ánimos y evitar que la cosa vaya a mayores. Y la mejor forma de templar el debate político y apaciguar al público es irse media hora a desayunar. No hay nada como un cafelito (descafeinado, por supuesto) y una tostadita con aceite o mantequilla para relajarse a media mañana. Así se explica que, tras la reanudación, el pleno se prolongase tan sólo tres minutos más. No cambia nada el tono del debate con el estómago lleno. Dónde va a parar.
Los socialistas, por contra, ya habían acudido desayunados al pleno. Pero en lugar de café y tostada se tragaron la normativa que ha preparado el responsable del asunto institucional y buenas costumbres, Antonio-Luis Martínez-Pujalte, sobre cómo deben vestir los miembros de la corporación para comportarse con pulcritud y decoro en esta Semana Santa. Era una norma, sin duda, esperada y necesaria, porque después de tres décadas en el poder, los socialistas –que ya se sabe que son en su mayoría unos ateos, aunque lo disimulen– llevaban manga por hombro esto de la sastrería pasional. Había quien se presentaba en la procesión con una camisa a rayas, o con una corbata a cuadros, y hasta quien se ponía calcetines color beis. Las mujeres, pues igual de desastre: con faldas temerariamente por encima de las rodillas y tacones de aguja (que ya es penitencia), o con peinetas no protocolarias (como las de Martirio, tipo olla exprés o paella).
La cosa se había salido de madre, sobre todo desde que dejó de gobernar Diego Maciá, que para esto era más respetuoso, desde la más respetuosa incredulidad. Con Alejandro Soler, no es que la cosa se desmadrara, ni mucho menos, pero ya se sabe que los jóvenes son más licenciosos con las tradiciones religiosas. Con la llegada del PP había que volver a poner en vereda todo este estado de cosas. El resultado: las normas de Martínez- Pujalte para las procesiones oficiales. Quien quiera salir en las procesiones representando al Ayuntamiento deberá cumplir a rajatabla la etiqueta
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