Page 186 - La Libreta Gris - La otra crónica de Elche: 2008-2017
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acabarán todos en el calabozo de Calendura...
Hasta aquí llevaba escrito en la libreta esta semana cuando, mientras le
daba vueltas a alguna alegoría para ponerle el broche, llega la noticia del fallecimiento del pirotécnico Vicente Albarranch Peñarrubia, y se me han esfumado las ganas de alegorías y figuras literarias por el estilo. Vicente y un servidor estudiamos juntos en la Academia Magistral, aunque yo desconocía entonces que era el continuador de la principal estirpe pirotécnica ilicitana, que inició su bisabuelo en el siglo XIX. Nos unían, junto a otros compañeros de cuadrilla, las correrías por los huertos de la ladera oeste del río (proximidades de los antiguos bomberos, San José y el pont dels gitanos). Pero también, y es lo que más recuerdo de nuestras vivencias comunes, porque a los dos nos gustaba cantar las canciones de éxito de la época, con esos cuadernos que se publicaban aquellos años con las letras (en castellano, por supuesto). Íbamos a su casa, allá por la zona del canal (actual Pedro Juan Perpiñán), nos agenciábamos los objetos que más podían parecerse a instrumentos musicales y comenzábamos nuestro recital, sintiéndonos los ídolos del momento ante un público, afortunadamente, inexistente. No sé por qué, pero la canción que más asocio con aquella época –cuando contábamos con diez u once años– es la que encabeza este escrito. Pese a nuestro empeño, no llegamos a nada en el mundo del espectáculo musical, como era de esperar. Cada uno siguió su camino y, saludos esporádicos aparte, nos reencontramos felizmente hace algo más de una década, cuando pasó por la redacción del periódico en Maestro Albéniz, convertido ya en el ferviente continuador de la tradición familiar. Se lamentaba de que mientras su pueblo le daba la espalda en la Nit de la l'Albà, lo contrataban en las Hogueras de Alicante para lanzar la palmera que iniciaba la Cremà. De vez en cuando me traía una botella de vino de Monóvar con la foto de la palmera de su abuelo en la etiqueta. Este 13 de agosto pasó, una vez más, por el racó festero de La Verdad. "Te va a sorprender la palmera, ya lo verás", me aseguró, mientras se marchaba presuroso. "Tómate al menos una cerveza", le dije. "Mañana, mañana paso y me invitas", me respondió. No volviste y te la debo, Vicente. Vuela hacia el cielo como el gran flamingo, mientras te quedas para siempre en nuestros corazones. (30/09/12)
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