Page 395 - La Libreta Gris - La otra crónica de Elche: 2008-2017
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delegación comandada por el alcalde, Carlos González, y la edil de asuntos turístico-institucionales, Mireia Mollà: traer de vuelta la Dama a Elche. La última negativa del Gobierno de Rajoy a autorizar el traslado por las buenas no dejaba otra opción. El plan era sencillo a la par que ingenioso: colarse en el Museo Arqueológico Nacional por la noche y sustituir la pieza auténtica por la réplica del Palacio de Altamira. La jefa compromisaria ya había adquirido su atuendo: mallas, jersey, pasamontañas, guantes y deportivos, todo de riguroso color negro (su primera idea, que es lo que le gustaba, era colocarse un conjunto amarillo chillón como el de Uma Thurman en Kill Bill, pero el alcalde le hizo ver que tal vez no sería lo mejor para pasar desapercibida). Mientras la intrépida concejal se colaba por una ventana trasera del MAN, tras cortar los cables del sistema de seguridad con una lima de uñas (de las duras), el primer edil entretenía al vigilante llamando al timbre de la puerta de la calle Serrano haciéndose pasar por un mensajero que traía un paquete. "¿A las 2 de la madrugada?", preguntaría, incrédulo el guarda por el telefonillo. "Oiga, ¿no ha oído hablar del servicio 24 horas"?, respondería el mensajero González. Y así seguirían durante un rato, dando tiempo a Mollà a sacar el falso busto de la mochila, cambiarla por la auténtica, escalar la fachada hasta la azotea, lanzar un cable hasta el mástil de la gigantesca enseña nacional de la plaza de Colón y dejarse caer en tirolina hasta la calle, donde su colega de aventura le recogería camuflado en un camión de Seur, que los trasladaría hasta Elche. Misión cumplida. Si todo se hacía correctamente, el engaño no se descubriría, dada la similitud total entre ambas piezas. Una vez aquí, el tripartito daría a conocer la operación y con ello pondría en evidencia que el MAN no es el sitio más seguro para la máxima joya del arte íbero, y que en Elche está mejor que en ningún sitio.
Lo siguiente sería blindar la torre del Homenaje de la fortaleza ilicitana para que no saliese de nuevo bajo ningún concepto, así vinieran los GEO o la UME. Se desplegaría una gran pancarta en la fachada del castillo con la inscripción: "No sin nuestra Dama. Elche no se rinde", que con la difusión de los medios convencionales, algún que otra emisión televisiva del Sálvame Deluxe y La Sexta Noche, y el bombardeo en las redes sociales, lograría las simpatías y el apoyo unánimes de la ciudadanía, instituciones, asociaciones, clubes de submarinismo, criadores de canarios, windsurfistas, artistas plásticos (biodegradables), micólogos, y hasta de nuestro cuasi- Nobel ilicitano Francis Mojica. El resultado de tan apabullante campaña sería ver a Rajoy anunciando: "Vale, vale, la Dama se queda en Elche. Ya
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