Page 60 - La Libreta Gris - La otra crónica de Elche: 2008-2017
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cabalgata en la que Julio de España hizo de Rey Baltasar. Como decorados podrían servir los de alguna zarzuela representada en el Gran Teatro. Hasta ahí todo bien, pero el problema surgió a la hora de asignar los papeles entre los ediles. El alcalde, Alejandro Soler, se pidió el del Niño Jesús. Sus compañeros no se atrevían a hacerle ver que ya estaba un poco crecidito para llevar a cabo tan tierna encarnación. Al final, Emilio Martínez creyó haber dado con la excusa: "Mira, Alejandro, es que no cabes en la cuna". "Pues se encarga al taller municipal otra más grande", respondió la primera autoridad, con aplomo. Todos se miraban pero nadie abría la boca, por miedo a importunar al jefe y quedarse fuera del belén. Al fin, María Teresa Sempere (que a fin de cuentas tiene ya la carrera hecha) se atrevió a terciar para hacer ver que tal vez no quedaría muy estético ver al alcalde en pañales y medio desnudo en una banasta. A la vista del riesgo de coger una pulmonía. Soler no tuvo más remedio que asentir y hacer caso a la voz de la experiencia. "¡Pues me pido San José!",dijo. Eso ya era asumible. "¡Pero sin barba!". Vale. "¡Y con una túnica de Emidio Tucci, que no rasca!".
Resuelto este espinoso asunto se pasó a los demás personajes. El papel de Niño Jesús finalmente fue para Alejandro Pérez, que aunque refunfuñó entre dientes y maldijo por la boca pequeña, trató de demostrar entusiasmo para no defraudar las expectativas que su jefe tenía puestas en él. Y llegó otro codiciado papel: la Virgen María. Amorós propuso a Emigdio Tormo y el alcalde lo apoyó, pero ante la cara de estupefacción de los restantes miembros del gobierno local, ambos optaron por que el travieso edil popular encarnara al rey Herodes. (Tormo se mostraría después abiertamente hostil a esta propuesta pero acabó aceptando tras hablar con José Joaquín Ripoll).
"¿Y que tal si, en aras del entendimiento, el diálogo y el espíritu de confraternidad que impregna estas fechas tan entrañables, le damos el papel de Virgen María a Mercedes Alonso?", preguntó, casi sin querer y con la voz entrecortada el servicial edil de Servicios, Carlos Ávila. "¡Antes quemo el belén!", gritó Soler. Amorós, tras la sorpresa inicial, recapacitó y vio que aquello podía tener su lado positivo. Con sus dotes negociadoras, trató de convencer al alcalde de que era una concesión muy pequeña a cambio de que los populares se comprometieran a dejar de darles caña con lo del Mirador y las facturas. Pero Soler seguía en sus trece (concejales). La compromisaria y socia de gobierno Àngels Candela, que secretamente había acariciado la posibilidad de ser la María (no en su dimensión religiosa ni en la de inmaculada concepción, sino como mujer que luchó por los derechos de sus congéneres, por la liberación de Palestina, contra la
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