Page 14 - Con Olor a Hierro - Charo Martinez
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Volvieron a vivir a Elche, donde Pepito montó un taller mecánico en un local alquilado. Su padre ya había fallecido. No tuvieron hijos por la enfermedad de su mujer, que a los cuatro años de casada falleció. María Castellanos, como señorita que era, es decir, no señorita por dinero o por herencia, sino por educación y por el empeño de sus padres en que una señorita no tenía que trabajar, aprendió a bordar. Tenía cajas y cajas con patrones de bordados, para juegos de cama, bolsas de pan, camisones, etc., por lo que se dedicó a ello una vez casada para colaborar con algo de dinero a la economía familiar hasta que falleció.
Pepito quedó entonces, como se suele decir, con el culo al aire, pues seguramente, como casi todos los hombres de la época, era el ser más inútil de la tierra para la casa y la cocina, así que se dio mucha prisa en casarse de nuevo.
Por lo visto María no era una mujer muy agraciada y alguien escuchó decir a Pepito en una tertulia, que sí se volvía a casar, lo haría con la mujer más guapa que encontrara. ¡Jodido machismo!
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