Page 396 - Elche en guerra 1936-1939
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Elche, una ciudad en guerra (1936-1939)
Veamos, pues, algunas muestras. En el primer número de El Obrero en tiempo de guerra, el domingo 19 de julio de 1936, no hubo referencia alguna al golpe de estado iniciado el viernes 17 y, por lo tanto, los socialistas ilicitanos se encontraron con un periódico que no daba noticia alguna de acontecimiento tan importante. El semanario comentó los asesinatos tanto de Calvo Sotelo como del teniente Castillo. En el primer caso, se habla siempre de muerte que no de asesinato y viene a decirse que las derechas se lo habían buscado por alentar el pistolerismo. Éste es condenado pero no desde luego el atentado:
“Ha sido preciso que cayese víctima del pistolerismo, ese pistolerismo tan de- cantado y pagado por las derechas, un hombre monárquico, para que los reaccionarios españoles se dieran a execrar y a formular anatemas contra los atentados personales. Desde los tiempos de Martínez Anido y Arlegui, miles son los cadáveres de lucha- dores proletarios los que han regado con su sangre el suelo español, víctimas de las pistolas mercenarias pagadas, unas veces por los fondos secretos del Ministerio de la Gobernación, otras por las entidades patronales que patrocinaban los llamados Sindi- catos amarillos y las demás, por las fuerzas reaccionarias, enroladas en el fascismo. Hace ya bastante tiempo que la burguesía y las derechas reclutan a sus propagandistas entre los licenciados de presidio y los parias que pululan por los barrios viscosos de las grandes ciudades (...).
Bien está que se lancen los rayos más fulminantes de la condenación, contra esas bajas pasiones que impulsan el atentado organizado que entraña el pistolerismo. Pero para tener plena autoridad en esa condenación se precisa, por lo menos, que quien la fulmina lo haya hecho igual en todos los casos que idénticos a éste se han realizado en el país. Y las derechas españolas no tienen el prestigio suficiente para increpar a nadie por la muerte de Calvo Sotelo. Quien ha fomentado en el país la plaga maldita del pistolerismo, financiando las bandas que recorren la península, eliminando de la lucha a los bravos milicianos de nuestras organizaciones, lo que menos pueden hacer, al tocar tan de cerca los resultados de su propia obra, es horrorizarse de sus perversos instintos e imponerse la penitencia y la rectificación debida. Aquí los únicos que pue- den denostar esos métodos de lucha, somos los socialistas. Y esto hace tiempo ya que lo venimos haciendo y exigiendo de los poderes públicos: las medidas necesarias que acaben ya con esos inicuos métodos de conversión”.220
Respecto al asesinato del teniente Castillo, la observación del semanario es que es únicamente el fascismo quien mata, que el gobierno (de Casares Quiroga)
220 El Obrero, 19 de julio de 1936, n. 513. “Quién a hierro mata... La muerte del derechista Calvo Sotelo”. Sin firma.