Page 78 - Riegos El Progreso
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sociedad como vimos anteriormente vinculada a la Real Compañía de Riegos de Levante. Que no había otra alternativa se demuestra por las condiciones leoninas del contrato: El Progreso se obligaba a pagar el 0% de la recaudación obtenida en la venta de agua o, lo que es lo mismo, de las 00.000 pesetas vendidas en 9, 280.000 pesetas se dedicaban al pago del fluido y quedaban 120.000 pesetas para pagar una plantilla de unos trabajadores y mantener unas instalaciones que exigían inversiones continuadas. Por si faltaba alguna dificultad, encima en el año 1925 la Administración de Rentas Públicas condenó a El Progreso al pago de una multa de más de .000 pesetas por no haber declarado una cantidad cercana a las .000 pesetas. Una situación quizá explicable por la situación poco menos que desesperada en la que se vio El Progreso, por lo demás caracterizada por el cumplimiento habitual de sus obligaciones legales. La empresa inició entonces otro recurso que volvería a perder.
Y llegamos así al año 96, año en que la Sociedad tomó la decisión más importante de su trayectoria centenaria: la adquisición del Salto Hoya de García en Cieza (Murcia). Si cuatro años antes, en 9, la Junta General había celebrado sesiones para no decidir nada, el Presidente Carmelo Serrano García anunció en la Junta celebrada el de enero de 96 el proyecto de adquisición del Salto. El y el de abril, tras un amplio debate se tomó la decisión: El Progreso compró a Manuel Moxó Cuadrado un salto de agua en el lecho del río Segura, en el paraje denominado Hoya de García a fin de asegurarse el suministro eléctrico, según proyecto del ingeniero industrial Fructuoso Iranzo. Se aprobó igualmente la emisión de obligaciones hipotecarias por un valor no superior al millón y medio de pesetas. Como de costumbre, se opusieron los accionistas Antonio Rico Cabot (Alicante) y Valeriano Perier Megía (Madrid) y el ingeniero Antonio Sanchiz Pujalte por considerarlo muy caro (.00.000 pesetas más el coste de la línea eléctrica valorada en 00.000 pesetas). Tanto el Presidente Carmelo Serrano García como el Vicepresidente Carlos Antón Boix consideraron el proyecto amortizable en ocho o diez años, teniendo en cuenta que los gastos de fluido al año alcanzaban las 200.000 pesetas. Frente a la posición de hacer rentable las acciones a corto plazo, se impuso la visión de convertir a El Progreso en una empresa viable y, desde luego, con futuro. Y acertaron. El de agosto de 96 se firmó la escritura de compraventa del Salto de Hoya de García.