Page 62 - La revista musical y las variedades en Elche
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Decorados de López Muñoz y López Sevilla; bocetos, López Sevilla; figurines, Julio Torres. Vestuario propiedad de la empresa, confección de Pepita; sombre- ros, Angelita. Representante: Valentín Baqueriza.
Colección José Guilló.
Esta revista, como ocurría algunas veces y a modo de ensayo, se presen- tó antes en Elche que en Alicante donde se puso en escena el día 23-XII-55 con la misma compañía, el actor Tony Leblanc y las mismas vedettes prin- cipales (Información 22-XII-55 y Archivo Portes).
Este espectáculo, en el que Tony Leblanc además de coautor de la músi- ca es autor de la coreografía, recibió una crítica favorable: “Buena revista: “el libro cubre ese mínimo que puede exigirse a la revista”; la música está precisamente en el término justo que corresponde al género: línea melódica alegre y grata, y adaptación de lo popular con cuidado y buen gusto; los actores con Tony Leblanc a la cabeza, las actrices y las vedettes colaboraron al éxito” (P.B. en Información, 24-XII-55).
La dilatada vida artística de Tony Leblan es una de las más interesantes de nuestra escena. Cuando Alady, en el año 1945, se disponía a estrenar una revista en el Circo Price de Madrid, de la que él era autor del libro además de director, Tony Leblanc se presentó para participar en el reparto. Alady, que le reconoció gracia y desenvoltura, aconsejó su ingreso en el elenco donde ya había pensado asignarle papel pensando en Benigani, un pintor que le ayudó a él de joven y más tarde Alady supo agradecerle, al verlo necesitado en 1930, creando un personaje para él en la escena. Benigani, sin hablar, irrumpía en el escenario como tramoyista para clavar un árbol a martillazo limpio, cuando Alady actuaba, sin mirarlo a él ni al público y ajeno a lo que pasaba en su entorno. La primera vez que hacía su aparición absurda en el escenario el público se sorprendía, pero cuando había repetido lo mismo tres o cuatro veces, clavando en el suelo un árbol distinto, la gente irrumpía en risas. Se le anunciaba como el tramoyista absurdo.
Para la presentación de Tony Leblanc, Alady creó otro personaje: mientras él decía al público que había una falta de artistas de calidad para el teatro -cosa cierta después de la guerra-, Tony Leblanc, desde el gallinero, exclamaba: ¡Aquí hay uno. Si la empresa me da una oportunidad verán la que armo! Esto, que sorprendía al público, les hacía incluso reprochar su actitud. Después seguía un diálogo con Al- ady, que les complacía. Sin más la gente comenzó a llamarle El Espontáneo. Otras veces, mientras Alady hacía en el escenario una parodia dramática, Tony Lablanc gritaba en los momentos culminantes: ¡Al rico bombón frígoli! ¡Al rico pirulí de la Habana! (Martín: 1954).
El público, enojado, le gritaba y él respondía: A mí me han dado este trabajo de vender pirulís y yo los vendo. ¡Estamos!
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