Page 96 - La revista musical y las variedades en Elche
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Temporada 1967-68
No consta que se representaran revistas en el Gran Teatro durante esta tem- porada, quizás por falta de la información necesaria, pero con sólo una década el momento para la revista ya no era el mismo y la falta de libretistas, que evita- ran con sus creaciones comentarios como los que la crítica otorgaba a las obras de Giménez, Allén y Gracía, era malo para el género.
Además, en los primeros días del 1968, apareció en los periódicos la luctuo- sa noticia que se muestra a continuación.
En la madrugada del 6 de enero de 1968, falleció en su domicilio madrileño, tras larga y penosa enfermedad, soportada con singular entereza, el popular come- diógrafo y libretista José Muñoz Román, que contaba sesenta y cinco años (...).
Al morir José Muñoz Román desaparece la figura más popular de la revista española de los años cuarenta y cincuenta. Cierto que Muñoz Román ya se hizo fa- moso el año 1931 con el estreno de Las Leandras y otras revistas más. Pero cuando alcanzó mayores triunfos y su personalidad se hizo más célebre fue a partir del año 1942, al estrenar en el Martín “Doña Mariquita de mi corazón”, obra que estuvo en cartel varias temporadas, a la que habrían de seguir “Cinco minutos nada menos”, “Luna de miel en el Cairo”, “A vivir del cuento”, “Ana María”, “Historia de dos mujeres, o dos mujeres de historia”, “Yo soy casado señorita”, entre otras más, todas premiadas con éxito clamoroso.
José Muñoz Román (...) era un gran sainetero. Supo llevar a la escena tipos populares, supo reflejar con verdadera gracia el ambiente de los años que corrían, y en todas sus obras se advertía una crítica de acontecimientos de la vida espa- ñola, dichos con ingenio y hasta con una cierta novedad en el desarrollo de estos espectáculos. Su procedimiento, empleado en todas sus obras, era el del enredo. Pero unos enredos perfectamente trazados que nadie sospechaba cómo iba a poder “desenredarlos”. Lo cual conseguía con maestría. De todas las obras estrenadas por Muñoz Román quedaron tipos, situaciones, chistes, equívocos que el público re- petía dentro de su anecdotario popular y pintoresco. Podemos considerar a Muñoz Román como el verdadero creador de un teatro alegre, original, con figuras muy humanas (Laborda: 1968).
Desde la muerte de su colaborador González del Castillo, con el que comenzó sus tareas escénicas, Muñoz Román escribió solo a partir de la posguerra. Sus únicos colaboradores fueron músicos como Alonso, Guerre- ro, Padilla, Moraleda, Montorio, Méndez Vigo y Cofiner. Hay que resaltar sus dotes de director -todas sus obras fueron dirigidas por él mísmo-, y su gran capacidad de gestión como empresario: lo fue del Teatro Martín desde 1941 hasta su muerte. Con la pérdida de Muñoz Román puede decirse que desaparecen los libretistas de otro tiempo, del género de la revista, y el
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