Page 133 - La Libreta Gris - La otra crónica de Elche: 2008-2017
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un histórico cambio de color político en el gobierno municipal, pero atascados en casi los mismos vicios del ancien régime. Y lo que quiere el público son ideas y formas nuevas; además, lógicamente, de que se resuelva la crisis, el paro y todo eso de la prima de riesgo.
El último pleno y los flecos subsiguientes durante la semana han sido una prueba de este desesperante estado de cosas. Hemos visto cómo unos (gobierno popular) y otros (oposición socialista) se han lanzado a la arena como gallos de pelea, con los espolones bien afilados, para regocijo y alboroto de los respectivos hooligans, que aplaudían o protestaban desde los bancos según les vinieran las cosas. Ya vivimos en la anterior etapa sesiones plenarias crispadas hasta el hastío, con unos niveles de oratoria paupérrimos en las que los insultos, las descalificaciones y las malas formas sustituían a los argumentos y razonamientos. Quienes esperaban de este nuevo tiempo otras formas y maneras comienzan a verse defraudados. Sobre todo después del último pleno, en el que los esquemas se repiten, aunque con los papeles cambiados. Los populares, tal vez llevados por su ansia de devolver tantos golpes recibidos, adoptan el papel que antes echaban en cara a los socialistas. La imagen de la alcaldesa, Mercedes Alonso, llamando al orden a su antecesor, Alejandro Soler, y advirtiéndole de que ahora es ella quien manda y dirige la sesión, es sumamente ilustrativa de esta nueva situación. El portavoz popular, Manuel Rodríguez, se ha destapado como un púgil de pegada dura, que no duda en lanzarse al cuello (retóricamente hablando) de sus adversarios a la mínima ocasión, superando incluso a un viejo conocido y compañero, Manuel Latour, en sus diatribas.
Los socialistas, que buscan aún su estilo de oposición, se lamentan de que los hacen picadillo sin que puedan defenderse, añorando los tiempos en que practicaban el rodillo en los plenos. Las cosas están tan tensas en la corporación que hasta el independiente del PSOE, Miguel Ors, hombre comedido y cabal, que entró en política por convicción (qué le vamos a hacer, aún hay idealistas en este mundo, afortunadamente) y que asiste a los enfrentamientos plenarios atónito, perplejo y con cara de "si lo sé no vengo", se lamenta de que Latour, amigo suyo desde el instituto, le ha retirado ya hasta el saludo. Y eso que solo llevamos tres meses; ya verá dentro de un año.
Ni siquiera la demostración de buena voluntad del PSOE de apoyar un nuevo plan de impulso a la economía local, en esta ocasión propuesto por el PP, evitó la bronca. Alguna alma cándida pensó que se abría una nueva etapa en las relaciones entre los grupos municipales y que el apostolado de
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