Page 213 - La Libreta Gris - La otra crónica de Elche: 2008-2017
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LA CUCHIPANDA SE VA A ACABAR
"La indiferencia hace sabios; la insensibilidad, monstruos". Denis Diderot (1713-1784) escritor y filósofo francés, enciclopedista.
Airear facturas de una anterior administración tras un cambio de color en el gobierno es un práctica habitual en nuestro imaginario político. Es muy difícil conservar la calma ante el suculento manjar que representan cajones y/o archivadores llenos de recibos, pagados o –mucho mejor– pendientes de abono, dejados por los adversarios políticos en su azarosa huida tras un revés electoral. Son papeles que queman en las manos, pura metralla política con la que mortificar aún más a quien ha perdido el favor de los electores. Y aquí y ahora quien maneja la ametralladora es el PP. Mercedes Alonso y los suyos ya demostraron que aun estando en la oposición se puede sacar mucho rédito político de unas facturas bastardas pagadas mal y a destiempo, de tal manera que pusieron al mismísimo alcalde socialista Alejandro Soler contra las cuerdas durante buena parte de su –hasta ahora– único mandato. Pero amortizado y políticamente rentabilizado el primer caso facturas, el PP siguió buscando en los cajones. Latour ya martirizó lo suyo, con su sorna habitual, a Blanca González con unos cuantos recibos apócrifos de su época como responsable de las fiestas, que le costó perder la dedicación exclusiva, al decidir la alcaldesa –que para eso es la que paga–, que con tales antecedentes de manirrota no era digna de cobrarla. Y el juez le ha dado la razón (por el momento).
Parecía que el facturicidio había pasado a mejor vida, pagados ya todos los proveedores pendientes, hasta los expropiados –estos todavía por cobrar, pero en camino– y con todos los cajones repasados. Pues no. De pronto aparece el portavoz municipal popular, Manuel Rodríguez, y, emulando a su ídolo infantil Super Ratón, suelta: "No se vayan todavía, aún hay más". Y se saca un puñado de recibos de Alejandro Soler, todos de cuchipandas, ágapes y comilonas, que es lo que más duele en estos tiempos en que hay gente que pasa hambre. Y sed de justicia también, pero lo otro es más acuciante. Dicen que el último alcalde socialista –por el momento, que diría Antonio Rodes– se gastó 370.000 euros en restaurantes, bares, tascas y mesones. Eso sí, se supone que en pitanzas y colaciones relacionadas con el
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