Page 230 - La Libreta Gris - La otra crónica de Elche: 2008-2017
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es que deslumbrase con su exposición, pero hubo asistentes –gente de peso político y económico– de la capital autonómica y su entorno geográfico que quedaron gratamente sorprendidos por la irrupción estelar de una personalidad del extrarradio a la que, en buena parte, conocían solo de referencias.
Con el hartazgo generalizado que existe a todos los niveles con los actuales dirigentes del cotarro político autonómico, la presencia de Alonso descubrió a muchos otra forma de hacer política y gestión pública, allá en lo más recóndito del sur de la Comunitat. Pero, sobre todo, alguien que, pese a sus fotos con el Bigotes, no estaba procesada, imputada, condenada, encausada, investigada o bajo sospecha de haberse llevado dinero de la visita del Papa, de los pabellones de Fitur, de las ONG, de las depuradoras, de Brugal, de Gürtel o del cepillo de las monjitas de la caridad. Todo un hallazgo. Mientras tanto, algún miembro díscolo del séquito ilicitano se afanaba en advertir por lo bajini a sus compañeros valencianos de mesa que no se creyeran de la misa la mitad de lo que pregonaba la ponente. Que Elche no era el mundo de Yupi ni la gestión de Alonso un dechado de virtudes y aciertos. Pero como si nada, allá estaban todos aplaudiendo sin parar. Bueno, la alcaldesa anfitriona, Rita Barberá, no tanto. Además, consciente de que no puede cerrarse ninguna puerta, Alonso no dio la tabarra pidiendo más inversiones del Consell en la ciudad –el conseller de Economía, Máximo Buch, que la presentó, se lo agradeció– ni planteó temas espinosos, aunque sacó su vena social al pedir a la Generalitat que no se rebajen ayudas a los dependientes, momento en que afloró alguna lagrimita entre los asistentes (bueno, en uno de los asistentes, aquejado de alergia). Todo muy correcto y en positivo, demostrando que en Elche el "más por menos" no es una utopía, sino una realidad tangible y mesurable.
De vuelta al pueblo, como no podía ser de otra manera, se la acusó de presentar una imagen idílica del municipio que no se corresponde en absoluto con la realidad. Pero eso es lo de menos. Mercedes Alonso llegó a Valencia con sus huestes y la conquistó, como El Cid, aunque ella lo hizo vivita y coleando, enfundada en un vestido rojo. Y por un par de horas, posicionó Elche en el mapa político–económico de la Comunitat. Elche también existe, vino a ser el mensaje. Lo que nadie había conseguido en más de 30 años –ni siquiera el expresidente popular local y también diputado autonómico y subdelegado del Consell, Manolo Ortuño en sus buenos tiempos–, lo logró ella mientras los asistentes se zampaban los bollos y el zumo de naranja. No acudió allí a reivindicar ningún proyecto provincial –
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