Page 46 - La Libreta Gris - La otra crónica de Elche: 2008-2017
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Aunque con el celo con que se toman los socialistas esas cosas de los contactos con los ciudadanos, no es descartable que en el último año se pase a una campaña más directa y el alcalde acabe yendo personalmente a cada hogar ilicitano a ver si las paredes necesitan una mano de pintura, o que se arregle algún grifo que gotea o sacar a pasear al perro. Incluso la iniciativa podría derivar en algo así como Siente al alcalde a su mesa, que proporcionaría a los ilicitanos que lo solicitasen la posibilidad de compartir el menú familiar con la primera autoridad local mientras se comentan cuestiones relativas al estado de la ciudad. Recuerdo cuando, años atrás, los socialistas pusieron en marcha las visitas puerta a puerta con motivo de la campaña electoral. Allí que iba el candidato tocando el timbre de puerta en puerta y presentándose al elector, para pasar posteriormente a la salita a departir tranquilamente sobre el modelo de ciudad y esas cosas que tanto gustan a los políticos. (No se facilitaron datos sobre los vecinos que les dieron con la puerta en las narices, convencidos de que iban a venderles algún plan de pensiones o el último robot multimix para la cocina). No descarten que se recupere la fórmula. Soler está que se sale y dispuesto a lo que sea con tal de poner tierra de por medio entre él y Mercedes Alonso.
También la portavoz popular ha empezado con ganas el nuevo curso y ya le ha lanzado alguna andanada al alcalde y a su equipo, aunque de escasa potencia. Se ve que a ambos les ha sentado muy bien el crucero por el Mediterráneo que compartieron este verano de forma inopinada. Sólo se vieron una vez en un ascensor, pero el soponcio debió de ser de órdago. Ya se sabe que te encuentras gente de Elche en los sitios más recónditos del planeta (un conocido me contaba que se topó este verano con un amigo suyo del instituto La Asunción, al que no había visto desde entonces, nada menos que en Laponia, mientras hacía trekking). Pero que nuestros dos primeros espadas políticos se marchen de vacaciones, entre otras cosas para olvidarse mutuamente durante el periodo de asueto, y se den de bruces en el ascensor de un barco, no me negarán que suena a chiste. Además de constatar que pese a su distancia política tienen gustos similares a la hora de escoger dónde pasar sus vacaciones, ¿se esconderá algún otro oscuro designio en este encuentro? ¿Significará que Soler y Alonso comparten más cosas de las que creen y están condenados a entenderse en la política local? ¿O el hecho de que no volvieran a verse las caras en el resto del crucero debe interpretarse, por contra, que las diferencias son irreconciliables y que no hay punto de encuentro posible? Muchos interrogantes, que tal vez se resuelvan en próximos episodios de Vacaciones en el mar. (13/09/09)
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