Page 150 - Las Clarisas en Elche
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§ II. Tenía muchos ratos de meditación y contemplación. Una vez aconteció que andándola a buscar fueron acaso a hallarla en un establillo llorando. Estava en él de mucha antigüedad un pesebrillo. Y ella puesta de rodillas, y con lágrimas y solloços contemplando en la Natividad de Christo nuestro Señor, y en su sacra- tíssima Madre. No cayeron de presente las monjas en aquel negocio, y assí la re- prehendieron el estar allí. Y ella dixo: Verdaderamente hermanas y señoras mías, passando por aquí, acaso me dio desseo de imaginar lo que acerca desto dize San Hierónymo en una carta que escrive a Eustochio, y como soy tan descuydada, y sin coraçón, me quedé aquí dormida. No pierden los siervos del Señor ocasión ni coyuntura alguna, que no gozen della, para más servir, y agradar a su Magestad divina. Por muy cifradamente que les hable lo entienden. Y por el contrario los malos, aunque les hable muy claro no lo entienden. Las palabras claras que dixo el Padre Eterno a favor de su Hijo, es a saber: Clarificavi & iterum clarificabo, dixeron algunos que avia sido trueno. Mirad por vuestra vida quándo el trueno habló con voz articulada? No quiere el malo entender, (dize David) por no obrar bien. Estando Christo nuestro Señor en la Cruz dixo: Eli, Eli, lamaazabthani. Que quiere decir Dios mío, Dios mío, porque me as desamparado? Y los que allí estavan, engañados con la allusión, y euphonía, o consonancia que ay entre Elí, y Elías dixeron: Éste a Elías llama en su favor. De manera que aún las palabras muy claras, y manifiestas no entendieron. Y si me dixeren que los que no las entendieron fueron los ministros de Pilatos, (como gente estrangera y romana) a esto respondo que por la misma razón que no entendieron a Elí, tan poco enten- dieran a Elías. Porque si al romano le dixeran de Scipión Africano, o Aníbal Car- thaginense, o algún otro de sus hystorias, lo entendieran, pero no a Elías, por no ser moneda que corría en su tierra, y gentilidad. Especialmente que no solo ellos estavan allí, más aún como san Matheo dize los sumos sacerdotes, y los letrados, y ancianos del pueblo, estavan presentes, y dezían burlando, y blasphemando: A otros hizo salvos, y no se puede salvar assí mesmo. Si es rey de Israel, descienda de la cruz, y lo creeremos. Tuvo confiança en Dios, líbrelo aora si quiere, pues dixo el que era Hijo de Dios. Por lo dicho se puede entender, que aunque estavan allí muchos, y muy doctos hebreos, entendieron a Elías por Elí. Porque sus graves culpas merecieron que aun las palabras de Christo no entendiessen: Pareciéndo- les su leguaje e idioma natural, algaravía de aliende. A vosotros (dixo Christo nuestro Señor) es dado conocer el misterio del Reyno de Dios, a los demás en figuras, y parábolas, para que los que veen no vean, y los que oyen no entiendan. La malicia de los hebreos va muy adelante, que aún lo muy claro, y manifiesto no entienden. Desta torpeza, y ceguedad dixo prophetizando Isaías: Ciega el coraçón deste pueblo Señor, atápales las orejas y ojos: Con digno castigo de su ciega ma- licia, y de su ceguedad maliciosa.
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