Page 34 - Las Clarisas en Elche
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SigloS xvi y xvii
La ceremonia de puesta en marcha del nuevo convento ha sido descrita por José Antonio Melgares, según las anotaciones existentes en el Libro de censos del propio monasterio:
Muy de mañana las cuatro monjas que la orden clarisa había elegido para su funda- ción, tres de ellas procedentes del convento de Santa Clara de Elche (Alicante), y una del de Santa Anta de Lorca, fueron acompañadas por numeroso público a la iglesia de Santa María de Gracia, del convento de frailes franciscanos del Egido (sobre cuyas rui- nas se edificó la actual plaza de toros en el s. xIx), donde las aguardaba el padre Alonso de Vargas, comisionado por el provincial fray Pedro Rodrigo para este acto, acompaña- do de fray Hernando del Castillo y fray Juan Cortés. Se celebró misa solemne en cuyo sermón el padre Vargas debió agradecer al pueblo y autoridades locales el esfuerzo realizado hasta llegar a ese momento, enaltecer las virtudes terrenales del fundador y exhortar a las monjas al cumplimiento de la Regla de Santa Clara identificándose con el pueblo que las acogía. A la misa siguió la toma de hábito de cinco novicias, según el ritual canónico previsto en casos similares. Después de todo ello, en procesión «solem- nísima» en la que participaron el pueblo asistente, la comunidad franciscana del con- vento, las nueve flamantes inquilinas del nuevo monasterio y, posiblemente, el alcalde mayor, regidores, vicario y eclesiásticos de la orden de Santiago, las fundadoras fueron acompañadas a su definitiva morada con música de chirimías que tocaron músicos lo- cales, que cobraron por su melódico trabajo 16 reales (especie de banda de música de la época). A mediodía de aquel histórico domingo del recién estrenado otoño caravaqueño los goznes de las grandes puertas de la clausura conventual chirriaron definitivamente separando del exterior a aquellas vírgenes que voluntariamente renunciaban a los pla- ceres del mundo para entregarse a la oración y al sacrificio del claustro.55
Vida económica
Respecto a la vida económica del monasterio ilicitano, se basaba ésta, fun- damentalmente, en las dotes que las religiosas entregaban con ocasión de su profesión. Tales dotes se invertían, fundamentalmente, en censales.
manuscrito (ibidem). En la crónica del P. Ortega se incluyen referencias biográficas de sor Isabel Ruiz, que fue abadesa del monasterio de Caravaca y que murió en el mismo el 5 de enero de 1651, y de sor Leonor López, que presume natural de Elche, resaltando las virtudes de ambas monjas (p. 250 y 263, respectivamente) (documento 4 del apéndice).
José Antonio MelgaRes gueRReRo, El monasterio de Santa Clara de Caravaca de la Cruz, Monasterio de Santa Clara de Caravaca de la Cruz – Excmo. Ayuntamiento de Caravaca de la Cruz – Cajamurcia, Murcia, 1995, p. 28-29. El autor aporta los nombres de las religiosas que integraron esta primera comunidad monástica: «Sor Catalina Herrera. Abadesa. Procedente de Elche. Sor Leonor López Barrera. Maestra de novicias. Procedente de Elche. Sor Isabel Ruiz. Vicaria. Procedente de Elche. Sor Beatriz Evangelista. Procedente de Lorca. Doña María González. Novicia. Doña Clara Abril. Novicia. Doña Isabel de Pérez. Novicia. Doña Ginesa Megí de la Cerda. Novicia. Doña Isabel Pérez de Perea. Novicia».
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