Page 48 - Con Olor a Hierro - Charo Martinez
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En una ocasión y mientras ellas estaban sentadas en la puerta del taller tomando “palometas” y pajaritos fritos que mi padre me hacía traer del bar Cantó, mi madre se cabreó mucho con ellas porque notó que la estaban criticando en francés y tuvo con aquellas mujeres unas palabras. Ya sabemos que mi madre era de genio fuerte.
Y lo de gorronas, viene al pelo porque nunca colaboraron lo más mínimo en los gastos de todos esos días de “nugolets y pajaritos fritos" sino que, como único obsequio, traían de Francia un paquete de café.
Volviendo a los guateques que organizaba mi hermano, en una ocasión, viendo lo bien que se lo estaban pasando con la música y el bailoteo, alguna gentuza nos lanzó un paquete de carretillas encendidas dentro del taller. No pasó nada, salvo alguna pequeña quemadura en la piel y quemaduras más grandes en los vestidos de las chicas. Envidia cochina.
Mi hermano mayor venía a Elche siempre que podía, sobre todo en verano. Terminó dos carreras, Magisterio y Ayudante Técnico Sanitario y ya trabajaba.
Recuerdo que recién cumplidos yo los 15 años, ese verano vino con su novia a pasar unos días y a conocer al nuevo hermano que había nacido.
Él prefería venir en Agosto porque así podía disfrutar de las fiestas locales y además sacarse un abono para ir al “Hort de Baix”
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