Page 30 - Elche en guerra 1936-1939
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Elche, una ciudad en guerra (1936-1939)
mucho mayor en el caso de que las muertes violentas se hubieran convertido en motivo de noticia diaria.
Tampoco sirvieron los alegatos –frecuentes en la prensa anarquista por paradójico que parezca– para que no se imitara en zona republicana lo que estaba sucediendo en zona rebelde desde los primeros días del conflicto. El texto escrito por Indalecio Prieto y publicado en El Socialista el 9 de agosto de 1936 al que haremos referencia en el epígrafe dedicado a la represión, nos parece muy significativo teniendo en cuenta además que Prieto no era, en aquellos momentos, el dirigente más apreciado por los militantes socialistas, lugar ocupado sin duda por Francisco Largo Caballero. Sin embargo, los alegatos contra la violencia en el verano de 1936 fueron excepcionales. Indalecio Prieto fue, entre los líderes políticos de la República, el único que, en esos momentos, se posicionó públicamente contra la barbarie que estaba imponiéndose en todas partes y por ello bien merece que se le recuerde.37 En la retaguardia del territorio controlado por la República podemos encontrar, como los ha llamado Rafael Cruz,38 señores de la guerra, “...de ámbito local o provincial, encumbrados por la tenencia de armas, el respaldo de unas siglas...”. Señores de la guerra y, si se nos permite, alguna señora, que también las hubo. Militantes comunistas, socialistas, anarquistas o simples advenedizos, por libre, juntos o revueltos, que llevaron a cabo una auténtica limpieza política y social (la expresión también es del propio Rafael Cruz) tan explicable en el contexto de una guerra que a las pocas semanas de iniciarse se convirtió en una guerra de exterminio del enemigo como inaceptable para cualquier ser humano que se precie de serlo. Grupos de hombres armados capaces de sacar de sus casas, o de las cárceles, a ancianos por el mero hecho de haber militado en partidos de derechas o por su religiosidad, y asesinarlos en las cunetas de las carreteras. Miles de ejemplos y todos y cada uno de ellos nada edificantes. Es más, milicianos de retaguardia –y sólo de retaguardia. Si algunos acabaron en los frentes no fue desde luego por propia voluntad– que llenaron de ignominia a las organizaciones políticas o sindicales que sólo en teoría defendieron.
37 Federico Jiménez Losantos suele repetir una y otra vez, con la desfachatez que le caracteriza, que José Calvo Sotelo fue asesinado por los escoltas de Indalecio Prieto con lo que pretende extender, a fuerza de reiterar la calumnia, que el asesinato fue ordenado por el dirigente socialista. Como ejemplo de infamia no está nada mal.
38 CRUZ, Rafael (2006), En el nombre del pueblo. Siglo XXI, Madrid, pág. 341. Este es uno de los muchos libros de lectura obligatoria aparecidos recientemente. Una reflexión enormemente lúcida a partir de un buen número de monografías sobre la represión de guerra y posguerra.