Page 302 - Elche en guerra 1936-1939
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Elche, una ciudad en guerra (1936-1939)
Efectivamente, bombero o pirómano intelectual y, añadiríamos nosotros, casa muy mal su, en el mejor de los casos, intento de evitar los hechos con el cinismo con el que viene a justificar unos sucesos lamentables que, en gran medida, podían haberse evitado desde la propia ciudad si se hubiera actuado con diligencia. Por lo demás, para quienes legítimamente habían ganado las elecciones, jornadas tan dramáticas como el 20 de febrero, reproducidas en muchos lugares, creaban el peor contexto posible. Se podría decir que un acontecimiento como el descrito benefició a quienes habían perdido las elecciones, tal y como muchísimos años después, nos contaban algunos de nuestros entrevistados de derechas: “no se podía vivir en la España de 1936” y, por tanto, un golpe de estado que cambiara el estado de cosas parecía tan legítimo como necesario. Naturalmente, los que perdieron las elecciones hicieron cuanto estuvo en sus manos para que el ambiente fuera irrespirable. Sin salir de Elche, la búsqueda de votos se trastocó en acopio de armas, como los mismos entrevistados nos explicaron.
Los resultados electorales de febrero tuvieron por tanto en la ciudad consecuencias de todo tipo. Desde el punto de vista político los socialistas reforzaron su hegemonía con el apoyo incondicional de los dos partidos republicanos, Unión Republica e Izquierda Republicana, convertidos en gregarios sin más y la mayor novedad fue la desaparición absoluta de la oposición de derechas, es decir, una, la expresión es de Juan Martínez Leal, “retracción política y social”.
A partir del 20 de febrero de 1936 Manuel Rodríguez Martínez vuelve a ocupar la alcaldía y se convierte por tanto en el hombre clave de la política ilicitana. Lo que algunas veces se ha llamado la “mini guerra civil” entre febrero y julio de 1936 no cabe aplicarlo en el caso de Elche. Lo peor desde el punto de punto de la violencia en la calle había pasado y fue una primavera llena de incertidumbres pero por lo que ocurría en España que no en la ciudad. El semanario El Obrero se convirtió en el único que siguió publicándose. Los insultos a quienes desde la Derecha más se habían significado en el segundo bienio republicano se mantuvieron con especial hincapié en las grandes empresas (Ferrández y Compañía, Ripoll Hermanos y Trust Gomero especialmente). A finales del mes de febrero se establecerá una relación epistolar con el Obispado de Orihuela que buscará el amparo del gobierno de Madrid y de las delegaciones ministeriales de la capital de la provincia para que las Iglesias de El Salvador y de San Juan no fueran definitivamente demolidas, tal y como las autoridades eclesiásticas contemplaban como objetivo municipal. En este asunto, la documentación conservada permite interpretar que el alcalde utiliza el pretexto del peligro de demolición para –utilizando mano de obra municipal–, convertir en solares las dos iglesias citadas y ofrecerlas después para un nuevo uso y no precisamente religioso.