Page 317 - Elche en guerra 1936-1939
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Los discursos políticos
contener el empuje de las masas que saben hoy a donde van, será estéril. El pueblo ha oído las voces de los partidos de clase y sólo en ellos confía.
Esperamos todos la obra legislativa que ofreció el Pacto de las Izquierdas, pero hoy sabemos ya que esa labor viene con exceso de retraso, cada día que pasa las exi- gencias aumentan, y tal vez cuanto (sic) el Pacto de Izquierdas tome cuerpo de reali- dad, el pueblo haya llegado más lejos en su deseo y en su realización. Llegue pronto lo prometido para evitar que llegue tarde, y éntrese de lleno en la aplicación del artículo 44 de la Constitución, antes que el pueblo lo haga innecesario.
En el 1o de Mayo, pensemos que en la U.R.S.S. no existe paro obrero, y ha desaparecido por tanto el hambre en las casas de los trabajadores. Nuestro grito de hoy debe ser: ¡No más hambre en quien trabaja”.146
Un mensaje, pues, no muy diáfano. Si los republicanos cumplen, el modelo de la Unión Soviética puede esperar y, por tanto, la muy vieja combinación entre teoría revolucionaria y praxis reformista. O, dicho de otra manera, traduciendo la proclama de Ganga Tremiño, los socialistas nos sentimos revolucionarios y especialmente en estos momentos –primavera de 1936– pero no tenemos ninguna gana de ponerla en marcha. Ojalá el gobierno republicano sea capaz de evitarla.
El especial de El Obrero se cerraba con un artículo del principal teórico del caballerismo, Luis Arasquistain. La tesis fundamental del periodista socialista es que el triunfo de la revolución soviética y, por extensión, de cualquier revolución depende no tanto de una situación de guerra sino de la existencia de un partido socialista revolucionario. Arasquistain se refiere también a que España puede entrar en una guerra europea como la de 1914-1918, pero, desde luego, no contempla la posibilidad de una guerra civil que iba a empezar tan sólo diez semanas después. Plantea sin embargo una división de España que sí se haría realidad y que él contemplaba como la salida inevitable al fracaso del “Estado burgués”: la alternativa entre fascismo y socialismo revolucionario.
146 Ibídem. “Paso al proletariado”, por Ginés Ganga. El artículo 44 de la Constitución española de 1931 establecía lo siguiente: “Toda la riqueza del país, sea quien fuere su dueño, está subordinada a los intereses de la economía nacional y afecta al sostenimiento de las cargas públicas, con arreglo a la Constitución y a las leyes. La propiedad de toda clase de bienes podrá ser objeto de expropiación forzosa por causa de utilidad social mediante adecuada indemnización, a menos que disponga otra cosa una ley aprobada por los votos de la mayoría absoluta de las Cortes. Con los mismos requisitos la propiedad podrá ser socializada. Los servicios públicos y las explotaciones que afecten al interés común pueden ser nacionalizados en los casos en que la necesidad social así lo exija. El Estado podrá intervenir por ley la explotación y coordinación de industrias y empresas cuando así lo exigieran la racionalización de la producción y los intereses de la economía nacional. En ningún caso se impondrá la pena de confiscación de bienes”.
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