Page 392 - Elche en guerra 1936-1939
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Elche, una ciudad en guerra (1936-1939)
Del discurso político del semanario cabría destacar los siguientes aspectos:
1. La consideración de la guerra no como guerra civil sino como guerra contra el fascismo internacional que, además, ha invadido España. Por cierto, Franco aparece muy poco y se echan habitualmente más pestes de Queipo de Llano o de Mola. Por el contrario, Rusia aparece como el único apoyo efectivo para la República española. Algunos artículos se pueden encontrar respecto a las bondades del sistema soviético de manera que el semanario se encuentra con la contradicción de que su mejor referente es la Unión Soviética y no la II Internacional y, puestas así las cosas, el comunismo tenía más razón de ser que el socialismo. Si en un principio el golpe de estado y la guerra aparecen como una oportunidad para avanzar en el socialismo –“ellos se lo han buscado”-, muy pocos meses después la guerra se contempla como un largo conflicto con un enemigo muy poderoso. Aunque no se diga explícitamente, poco a poco se pasa de la
percepción de una victoria segura a una derrota muy difícil de evitar.
2. El semanario insiste una y otra vez en el esfuerzo de la ciudad “de abolengo marxista” de cara a la guerra, tanto por el número de combatientes –unos 6.000- como por la contribución de la retaguardia. Sin embargo, no pasa mucho tiempo para que algunos combatientes se quejen reiteradamente del poco ambiente bélico que encuentran en la retaguardia. Es llamativo que, por ejemplo, a la altura del 14 de febrero de 1937, tenga lugar un mitin organizado por la Federación Local de Sociedades Obreras (UGT) y que acudieran “multitud de antifascistas” que se supone deberían estar en los frentes y no en la plaza de toros. La épica de la guerra fue, desde luego, menguando con el paso del tiempo. No obstante, son muy habituales los esfuerzos recogidos por el semanario en forma de colectas en partidas rurales, empresas e instituciones, realizadas la mayor parte de las veces
reduciendo una parte de los salarios.
3. La confrontación interna que sufría el partido en la antesala de la guerra
desaparece por completo en el semanario a raíz del golpe de estado. La postura de El Obrero es simplemente obedecer al gobierno de la República, primero al gobierno Giral y, especialmente, al gobierno de Largo Caballero. Como ya hemos anotado, ni siquiera cuando Largo es sustituido por Negrín, los socialistas ilicitanos, caballeristas confesos, dirán una palabra de más. Por lo mismo, se pospone cualquier veleidad revolucionaria al objetivo fundamental de ganar la guerra. Al respecto se pueden leer algunas críticas a la CNT –aunque también se colabora lealmente en el ámbito local sin que pueda hablarse de encontronazo


























































































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