Page 233 - Institut Nacional Segona Ensenyança (1931-1939)
P. 233

Institut Nacional de Segona Ensenyança d’Elx (1931-1939)
 una prolixa referència a excursions organitzades pels docents.9 Així mateix, la Biblioteca de l’Institut tenia llibres que tractaven temes relacionats amb l’excursionisme. De les conseqüències que pot tenir sobre un estudiant una excursió ben organitzada millor escoltem l’experiència de Tomás Martínez Blasco l’any 1933, tenia onze anys.
Viajando con el Instituto de Elche
Tomo refugio en la solicitud que me hace Vicent Soler para que ponga luz sobre alguna circunstancia del Instituto de Elche que yo viví. Y de pronto sien- to esa angustia, la misma que sufría de muchacho cuando componía un texto que después juzgaría el profesor. Sé que ahora tendrá sentido distinto; será como abrir mi vida removiendo el pasado, reanudar lo que yace perdido; o sea, un mundo visto a través del hombre maduro que empieza a caminar hacia atrás, tanteando cada paso. Aun así, me asfixia el trabajo. Aunque, confieso, me agrada volver la cabeza y naufragar en aquel hermoso mar del olvido. ¡Fue tan placentera la etapa de la inocencia!
Puesto a recordar, voy a contar ya el primer viaje estudiantil del cual guardo ciertos pasos de hondo significado. Y empiezo llevando la voz a un tono más acompasado y sereno, como en los cuentos infantiles. Sí. Cuando yo era chico salí de mi pueblo por vez primera, junto a mi hermano gemelo. Comenzó así nuestra palpitante aventura, lo que se dice un viaje iniciático, para ver mundo. Aunque luego, como Ulises, tuviéramos nuestra Itaca hogareña, esperando llena de amor, tras la ausencia. La excursión estaba tutelada por el Instituto, cuyo claustro organizó visitar la arrebatadora belleza de Granada. Pero fijaos bien lo que digo: jamás mi hermano y yo hubiéramos salido del tibio nido familiar porque acampábamos en él, como criaturas singulares. Llamadnos mellizos, mielgos, gemelos, dídimos... lo que queráis. Éramos el encanto del nidal, algo así como aves del paraíso. Luego era muy difícil nuestra liberación.
Sin embargo, la escapada amparada, el rapto forzado, rompiendo la volun- tad poderosa del entorno familiar, sólo pudo realizarse gracias a una profesora del Instituto. Ella aseguró la confianza que nuestro inquieto padre habría de poner en su persona. Se llamaba Francisca de Urquía García-Junco, dedicada a explicar Literatura, quien, con manifiesta amabilidad, solía frecuentar nuestra casa. Más aún: convivía gustosamente con nosotros, dado que vino recomen- dada por otro catedrático, tío nuestro. (Abro aquí paréntesis explicativo: la
9. Actes de claustre: núm. 20, 29/03/1933; núm. 29, 11/10/1933; núm. 46, 23/02/1935, núm. 53, 29/02/1936.
234
 


























































































   231   232   233   234   235