Page 65 - Riegos El Progreso
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   Riegos de Levante, cuyos canales iban a recorrer paralelamente a los de El Progreso buena parte del término municipal de Elche. Quizá la confianza ante la desproporción de fuerzas llevó a pensar a Alfonso Serra que El Progreso moriría por su propia cuenta en los años siguientes y que la operación de compra podría hacerse en los años siguientes en mejores condiciones. Pero no fue así y, contemplado casi cien años después, Alfonso Serra y quienes tomaron aquella decisión se equivocaron.
A lo largo de 9 El Progreso trató de conseguir una respuesta por parte de Alfonso Serra y en diciembre se planteó la posibilidad de que actuara como intermediario el político ilicitano más destacado en aquel momento, Manuel Gómez Valdivia. Pero la respuesta no se produjo por parte de Riegos de Levante. En vista de que por este camino no se llegó a ninguna solución, El Progreso optó entonces por otra vía, condenada al fracaso desde el principio: pleitear ante la Administración y negar el derecho de Riegos de Levante a recibir concesiones de agua del río Segura y de los azarbes que ambas sociedades iban a compartir. El Progreso buscó a finales de 1918 un abogado de Madrid, Francisco Bergamín, para que presentara un recurso contencioso-administrativo. Una forma de perder el tiempo y el dinero empleados porque la Administración no iba a desechar un proyecto financiado en buena parte con capital extranjero y de semejante magnitud. Poco tiempo después quedaba configurado un panorama con dos sociedades dedicadas a lo mismo pero con tamaños desproporcionadamente desiguales.
Y El Progreso siguió su marcha. En 9, con una plantilla que oscilaba entre los  y 0 trabajadores, con despidos frecuentes en épocas en las que la venta de agua escaseara y con unos ingresos anuales que en ese año prácticamente alcanzaron las 600.000 pesetas, con un superávit de .69 pesetas. El año 9 transcurrió sin grandes novedades: se trató de sustituir la maquinaria de La Marina para evitar el problema de comprar carbón muy encarecido por la coyuntura creada por la Primera Guerra Mundial ( pesetas por tonelada de antracita se pagó en este año por un total de  pesetas). El cambio de maquinaria en La Marina se encargó a un ingeniero extranjero, Tengelmann, residente en Madrid que cobró 0 pesetas diarias pero que creó más problemas que otra cosa y se marchó sin que el motor de  caballos que instaló funcionara correctamente. El Progreso recurrió para la compra de máquinas elevadoras a las empresas afincadas en Madrid The Electric –transformadores– y Siemens y lo que se hizo fue trasladar unas máquinas de unas elevaciones a otras y poco más. Por cierto, se adquirió una bomba de marca Worthington que o no llegó a utilizarse o, al menos, se procuró venderla pocas semanas al precio de coste. Se adquirieron nuevos teléfonos de la marca Ericson y también se hizo la primera inversión en arte con la adquisición de cinco óleos con las vistas de las elevaciones pintadas por el ilicitano Pascual Pérez, así como el
 De los cinco óleos, se conservan cuatro en la sede social de El Progreso.
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