Page 90 - Riegos El Progreso
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gastos superiores a los dos millones de pesetas con la contrapartida de que, una vez liberada la Sociedad de las deudas contraídas, las acciones de El Progreso podrían valer 0.000 pesetas. El Progreso atendió igualmente la reclamación de la viuda de Ernesto Martínez Riviere para cobrar los beneficios de las dos acciones que, por la contribución especial del impulsor de la Sociedad, se le habían regalado. A pesar de que por ley no correspondía, la Junta General entendió que debían ser abonados tales beneficios. La empresa compró un coche Ford por 3.500 pesetas, terminó por liquidar su cuenta de francos suizos en la sucursal del Banco Español de Crédito para pagar la maquinaria y el Consejo aceptó también que el agua de La Marina se subastara tres veces por semana y no dos como hasta entonces (mayo de 90) se venía haciendo.
Se planteó también en el mes de enero y de nuevo en el mes de diciembre la creación de la plaza de gerente de la Sociedad con un salario anual de 6.000 pesetas. Las condiciones complejas que se plantearon para la provisión de la plaza impidieron que se cubriera:
“o Ser mayor de edad y no haber sido procesado por los Tribunales de Justicia.
o Poseer uno de los títulos siguientes: ingeniero, perito industrial, perito electricista, profesor mercantil, o haber desempeñado cargo de gerente o director de cualquier empresa que desarrolle análogos negocios que “El Progreso”, por espacio de más de años; y
o Poseer conocimientos de electricidad, maquinaria, contabilidad, administración, leyes vigentes sobre sociedades y tributación y especialmente de las relacionadas con la Sociedad”.
Que sepamos, la plaza no llegó a proveerse. Sí se discutieron en cambio las demandas de los trabajadores. Así, el de julio el Consejo estudió una instancia firmada por los empleados del servicio de la maquinaria de las elevaciones y los de la Subcentral en demanda de una jornada de ocho horas y, paralelamente, el mantenimiento de los salarios. Se acordó entonces crear una Comisión para el estudio de un contrato de trabajo que estudiara dicha instancia y la empresa, por tanto, participaba del ambiente de cambio y de mayores reivindicaciones obreras que se iniciaban en España tras el paréntesis de la Dictadura de Primo de Rivera. Igualmente, un trabajador que en los años de la Guerra Civil tendría protagonismo como representante de los trabajadores, Juan Lardín, puso de manifiesto el problema que significaba trabajar en la elevación de La Marina: las fiebres palúdicas del verano, por lo que solicitó su traslado.
El año 90 El Progreso participó también en varias iniciativas para las que fue reclamado. Por ejemplo, 50 pesetas para las fiestas de agosto, otras 50 pesetas para el busto dedicado a la Dama de Elche en la Glorieta o pesetas para el homenaje promovido por el Patronato Local de Homenaje a la Vejez. Por el contrario, la empresa se negó –suponemos que por tener que pagarlo– a un reportaje para el