Page 92 - Riegos El Progreso
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“El Consejo tras detenida discusión en la que intervienen todos los señores presentes, ultima y acuerda la redacción de las bases que a su juicio deben constar en el contrato de trabajo con los empleados al servicio de las elevaciones y subcentral entre las que descuellan principalmente:
a) Se dan por finalizados y liquidados los contratos anteriores para proceder al nuevo.
b) Se trabajará la jornada legal de 8 horas diarias, sin distinción de días ni de horas.
c) Las horas de trabajo a cobrar serán las que efectivamente se hayan trabajado, liquidándose semanalmente y entendiéndose por no hechas las que no se hubieran liquidado en dicho plazo.
d) El salario será el de 42 Ptas. semanales.
e) “El Progreso” dará al personal descanso de un día por semana.
Dichas bases redactadas acuerda presentarlas a los empleados en cuestión para que si fueran de su conformidad, como el Consejo cree deben serlo, suscribir
seguidamente el contrato de trabajo”.
En definitiva, el mismo salario que se venía cobrando con la novedad de la implantación de la jornada de ocho horas. Las actas del Consejo no reflejan especiales dificultades de entendimiento con el conjunto de una plantilla en torno a los 30 trabajadores, más allá de problemas aislados con algún trabajador. Con ocasión de un accidente sufrido por un trabajador –la rotura de un brazo– y los gastos médicos que la empresa afrontó, se planteó en el Consejo la posibilidad de asegurar al personal empleado, lo que quedó sin concretarse. La mayor novedad en la plantilla durante el año 9 fue el despido de Manuel Sáez, aunque éste dimitió previamente, como Jefe de Servicios de Maquinaria y su sustitución por el Jefe de Repartidores José Román y el chofer de la Sociedad Ginés Vicente Tremiño que acabaría ocupando el puesto del sustituido Sáez. La empresa contempló también pagar dos reales diarios más para el personal que trabajara, en zonas palúdicas, en la limpieza del zanjón –aprovechando los meses en los que no se pudo vender agua.
La proclamación de la República influyó también en una mayor cohesión entre las empresas y los interesados en los riegos de las aguas del Segura. En los días previos a la proclamación del nuevo régimen, la Confederación Sindical Hidrográfica del Segura inició una convocatoria de reuniones para intentar que los riegos se llevaran a cabo sólo en el caso de que las sociedades hubieran recibido la concesión correspondiente, planteándose entre otros problemas el que las antiguas norias instaladas en el río Segura se hubieran convertido en motores de elevación sin concesión alguna. Igualmente, tuvieron lugar reuniones de los usuarios de la Vega Baja del Segura para oponerse al proyecto del ingeniero director de la Mancomunidad Hidrográfica del Segura, Emilio Arévalo, en el que se planteaba la construcción de pantanos para embalsar los sobrantes del río Segura para irrigar terrenos del término municipal
 























































































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