Page 10 - La Libreta Gris - La otra crónica de Elche: 2008-2017
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EL AGUA DOBLE O DEL PANTANO: ACERCAMIENTO A UN ELEMENTO EN EL MERCADO DEL AGUA DE RIEGO EN EL ELCHE DEL SIGLO XVIII
| Anna Álvarez |
Documentalista.
Museo Arqueológico y de Historia de Elche “Alejandro Ramos Folqués” (MAHE).
Regadío y propiedad del agua
La agricultura en el término de Elche estuvo supeditada hasta tiempos bastante recientes por el aprovechamiento de un único y escaso recurso hidráulico, el de las aguas que discurren por el cauce del Vinalopó. Históricamente ello dio lugar a un determinado paisaje agrícola, donde frutales y hortalizas tenían una presencia reducida. Estos y otros cultivos, como la palmera, pero también el olivar, se situaron en la zona de influencia de las canalizaciones de riego.
que registraban los turnos y la titularidad de los derechos de uso.
Pero, a finales del siglo XVIII, en un contexto de una expansión agraria sin precedentes en el término, que afectó incluso a las antiguas tierras comunales (Serrano i Jaén, 1978 y 1980), y de una demanda hídrica en continuo aumento, los propietarios de aguas lanzaron una campaña para obtener la gestión de las mismas, objetando la inoperancia “manifiesta” del gobierno municipal. Sus actuaciones tendrían un óptimo resultado: el 27 de mayo de 1790 el Consejo de Castilla aprobó una “junta particular”, compuesta por propietarios, que a partir de entonces se encargaría de las funciones directivas, añadidas a la titularidad que ya poseían.
El pantano y el agua doble: un nuevo aporte al regadío.
El campo de Elche aprovechaba los sobrantes de las poblaciones superiores de la cuenca y captaciones realizadas en el término de Aspe, recogidas por el río Tarafa. La disminución del caudal por apropiaciones de las localidades río arriba, motivó la construcción del pantano entre 1632 y 1646. A pesar de la foto fija de ineficacia que nos ha transmitido la bibliografía tradicional, la presa fue considerada por nuestros antepasados la “mayor joya” del término, por el beneficio para la agricultura que reportaba. Pero también, desde un principio, el pantano fue fuente de problemas, derivados de la rápida colmatación por los arrastres de avenidas y por el aumento de la salinidad
Ya hemos señalado en otro lugar (Álvarez Fortes, 2007: 29-30) como en algún momento, entre los siglos XIII y XIV, el derecho de uso del agua de riego se transformó en dominio, dando lugar a un activo mercado y a la concentración, con el tiempo, en manos de un reducido grupo de propietarios: en 1783 la nobleza local poseía el 47% del total del agua de la acequia Mayor –que regaba las áreas más productivas del término- y el 39% de la de la población. Por su parte, el clero poseía el 18,8% de la acequia Mayor y el 15,6% del total del municipio. Conjuntamente eran propietarios de la mitad de todos los recursos hídricos de la villa, exactamente del 54% (Serrano i Jaén, 1995: 151-159).
Este mercado, no obstante, estaría supeditado al control del municipio, que gestionaba la red principal de distribución de la acequia Mayor, nombraba los funcionarios que se ocupaban de la gestión cotidiana del regadío, dictaba las normas reguladoras, ejercía la jurisdicción mediante un cargo propio, el sobresequier o juez de aguas, y asumía competencias en la elaboración y renovación de los libros de aguas
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