Page 12 - La Libreta Gris - La otra crónica de Elche: 2008-2017
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 Plano del pantano realizado a raíz de un proyecto, dirigido por el ingeniero Alejandro de Retz, de realizar una acequia para conducir las aguas vivas. Suscrito por José Artigues en 1732. Fondo del Archivo Histórico de la Comunidad de Propietarios de las Aguas de la Acequia Mayor del Pantano de Elche, depositado en el Archivo Histórico Municipal.
 entraba en el mismo una porción de agua, más del doble de la regular, que viene de las fuentes propias de esta ilustre villa, dimanada al parecer de alguna lluvia ocurrida en los términos de los lugares de Elda, Sax u otro de los lugares que existen a la parte superior”. En ocasiones, el pantanero indicaba el lugar concreto: “parece ser del pantano de Elda, respecto de que ha venido y viene por la rambla de la misma sin concurrencia de lluvia” (1 de octubre de 1777), “de aguas que entran y discurren según parece de la laguna de Villena” (4 de febrero de 1781), etc.
Tras el testimonio del pantanero, recogido por escribano público, las autoridades ordenaban proceder a la venta diaria de los nueve hilos de agua doble, el mismo número de hilos que diariamente se distribuían por la acequia Mayor: cuatro hilos y dos cuartas de noche y cuatro hilos y dos cuartas de día. Se ordenaba al pantanero que compareciera diariamente para informar de cualquier novedad y que, para conocimiento del público, se pregonara el acuerdo de venta. Así, el 30 de mayo de 1776, “por voz de Francisco Plaza, pregonero, a son de tambor, se publicó bando en la boca de noche de dicho día en los sitios acostumbrados, dando a entender la venta de agua doble, que se empezaría por la mañana, a las ocho de la mañana, en la Troneta, lugar señalado para dicho fin; previendo
que el que quisiese comprarla acudiese al mencionado sitio...”. La venta se realizaba por subasta al mejor postor y la documentación recoge los nombres de los compradores, volumen de agua adquirido y precio pagado. Este, a lo largo del periodo, sufre grandes oscilaciones, que dependen de la abundancia o no de lluvias, pero también de un fenómeno de especulación en torno al precio del agua que se acentúa en el último cuarto del siglo XVIII, cuando la expansión agraria en el término de Elche, como ya hemos señalado más arriba, estaba cerca de los límites máximos de su crecimiento territorial. Una simple comparación entre dos fechas del periodo resultan ilustrativas de lo que venimos diciendo: el 17 de diciembre de 1779 se vende el hilo a 3 reales y los nueves hilos del día reportan 46 reales y 2 dineros; en el arco contrario, el 25 de enero de 1791, un hilo se vende a 310 reales y los nueve hilos del día reportan 2.283 reales.
Otra cuestión interesante que plantea la documentación es la posibilidad de hacer un seguimiento de los compradores y del volumen de agua adquirido. Un caso significativo es el de Sebastián Nicolini, quien aparece en la subasta repetidamente en 1784, 1785, 1786 y 1787; y que, unos años más tarde, el 4 de
1. Véase, en este mismo catálogo, en el apartado dedicado a la “Tierra sedienta”, el punto 2.2, dedicado a “hilos y acequias”.
 | El Poder del Agua |
 



























































































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