Page 29 - La revista musical y las variedades en Elche
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tiene que ver con las groserías que se iban imponiendo, representa quizás el mayor éxito del género en todos los tiempos, su consagración definitiva y una pieza que, por su valor artistico, se disputaron como propia zarzueleros y revisteros.8
La nueva revista, del siglo XX, tomó de las producciones de los empresa- rios Cadenas y Velasco el lujo escenográfico y de vestuario, pero en ella nunca faltó sal, aunque fuera muy blanca, como ocurrió al acabar la guerra civil.
El desarrollo de la revista contribuyó además a acelerar una modernización técnica en lo que hace referencia a la puesta en escena. Tal vez fuera la revista y el dinero que se ganaba con ella, uno de los principales impulsos para que los avances luminotécnicos, el espacio variable y el vestuario, se introdujeran en los teatros de Madrid (Vilches de Frutos: 1997). Es el caso del Teatro Alcá- zar de Madrid, pensado en un primer momento para las revistas del conocido director José Juan Cadenas: “Su construcción -apuntó éste en 1928-, no tiene que envidiar a ninguno del mundo. Sus instalaciones son la última palabra de maquinaria y de electricidad. Usted sabe que su escenario es todo movible y se pueden realizar en él todos los trucos de revista, por sorprendentes que sean.” Decía en una entrevista, concedida a la prensa. 9
La revista después de la guerra civil
El teatro de posguerra fue más bien un espectáculo de evasión que un hecho cultural, un entretenimiento para la burguesía, tuvo un papel secundario en la vida intelectual del país y los géneros que ahora tratamos se vieron favorecidos con el favor popular.
Al acabar la guerra civil una rígida censura afectará al texto y la música. Las vedettes tendrán que taparse el escote, alargar los maillots y cubrir sus pier- nas con mallas y los autores se las ingeniarán para no prescindir del tono propio del género, sin caer en la grosería censurable.
Una nueva y última etapa empieza para la revista de gran espectáculo, que conjugará historias con comicidad y dramatismo, frivolidad y picaresca, y ele- mentos costumbristas y sentimentales, con chicas guapas.
En Las Leandras, un pasatiempo cómico-lírico, Celia Gámez hizo famosas las letras de los números de las viudas, ¡Ay qué triste ser la viuda!; y sobre todo el chotis, El Pichi y el pasodoble Los Nardos: “las bombas”, que se dice en el ambiente teatral.
Rafael Solís. Figuras populares del teatro. José Juan Cadenas. ¿Cómo y por qué se hizo us- ted empresario?, Heraldo de Madrid, 20-09-1928, p.7, en VILCHES DE FRUTOS, María Francisca; DOUGHERTY, Dru. (1997), La escena madrileña entre 1926 y 1931: un lustro de transición, Madrid, Fundamentos, p.32.
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