Page 32 - La revista musical y las variedades en Elche
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Los números, por lo general de actualidad, exageraban situaciones y se al- ternaban con cuadros musicales compuestos por melodías pegadizas, alegres y trepidantes; ritmos de moda por lo general, en los que intervenía la vedette con el conjunto de coristas, vestidas lo menos posible, luciendo abundantes plumas y pedrería.
En una revista cualquier motivo podía dar lugar a una mutación del decora- do y trasladarnos al pasado, haciendo lo que se llama “un aparte”, excusa para crear un número musical, acabado el cual se regresa a los años del inicio.
Los cuadros plásticos, creando composiciones de gran belleza en la esce- nificación del género, conseguían llamar la atención del público, y la apoteosis representaba el final del espectáculo que anima a aplaudir.
La revista, sin buscar la moraleja como otros géneros líricos, pretendía mostrar una idea envuelta en espectáculo y lo normal es que la apoteosis tu- viera, sobre todo, un significado dinámico en un breve momento sin apenas texto, ni más música que la precisa para rematar el espectáculo, donde lo importante es el cuadro plástico y la visualidad: el halago a los ojos (Barce: 1966.67, 123-147).
La receta, para que una revista triunfara en el escenario, podía ser la si- guiente: “50 % de fastuosidad, un 20 % de ligereza musical, otro 20 de mujeres bonitas y un 10 de ingenio” (Cabañas Guevara: 1945, 247).
Los elementos que hacen el espectáculo: autores, actores y público
A lo largo del siglo XIX los autores de comedias en España combinaban su profesión, que les otorgaba mayor rango social, con la creación literaria. Unos son eruditos, diplomáticos o políticos y otros desarrollan trabajos complemen- tarios, cuando no se trata de personas que compensan en muchos casos los bajos sueldos de sus labores.
Los autores más famosos del siglo XX llegan al teatro con una trayectoria similar, después de iniciarse en diversos oficios que abandonan una vez conse- guido el prestigio que les permite unos ingresos regulares.10
El libretista Antonio Paso Díaz (Madrid 1895-1966), se doctoró en Derecho en 1916, pero prefirió orientarse como su padre hacia el periodismo y el teatro, para el que escribió muchas veces en colaboración con Daniel Dicenta.
Su padre Antonio Paso Cano, Granada (1870- Madrid 1958), hermano de Manuel Paso Cano y como él libretista, cursó la carrera de Filosofía y a los 15 años ingresó como redactor jefe en un periódico local; después se trasladó a Madrid, donde ejerció el periodismo y se movió
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