Page 135 - Agua, Tierra y Capital
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Más allá de la discontinuidad familiar o de la permeabilidad de las clases sociales en nuestra ciudad, durante los últimos veinte años del ochocientos, la sociedad ilicitana se caracterizará por la corpulencia de actividad y por la facilidad que las clases medias tenga para diversificar sus pequeñas inversiones en materia industrial o comercial. Para ello, es una fuente imprescindible las listas de altas y bajas de la matrícula industrial, que si bien es cierto, -como hacíamos referencia en una nota al pie sobre las reservas con las que hay que tratar este documento según Miranda-, es un documento diverso, que registra infinidad de actividades y la mayoría no precisamente industriales, refleja el volumen de negocio que generaba la nueva sociedad contemporánea. No obstante, carecemos de las series suficientes como llegar a conclusiones válidas.
Por otra parte es conveniente destacar la enorme diversidad entre los propios fabricantes. Muchos de ellos, sobre todo los vinculados a la alpargata, serán propietarios de pequeños establecimiento fabriles de carácter familiar, es decir, una burguesía que procede de pequeños negocios artesanales, de naturaleza muy diferente a la de los grandes industriales del sector textil, potente burguesía local endogámica y oligárquica, que se encuentre omnipresente en todas las parcelas relacionadas con el poder de la ciudad: las Aguas del Pantano o de la Acequia Mayor y de Marchena, el proyecto de aguas potables de la Alcoraya , la Caja de Ahorros, la Comunidad e Labradores, el Ayuntamiento, la prensa, la cultura en sociedades como “Blanco y Negro” o la Cruz Roja. Incluso se da la paradoja de que en algunos momentos, encontremos a empresarios que subvencionan el Círculo Obrero Ilicitano, como fuera el caso de Sánchez Ferrández o Sánchez Marco. No obstante els fabricants no serán capaces de coaligarse en una organización patronal hasta 1899, en respuesta al ya avanzado movimiento obrero. Será el Centro Industria Alpargatero, presidido en principio por Eliodoro Vidal, el que intente poner de acuerdo a una clase dominante pero heterogénea y jalonada por las rivalidades personales.
En cuanto a los asalariados, el concepto clase obrera será un término que encontraremos desde los primeros años ochenta con el que la prensa se referirá al conjunto de hombres, mujeres, niños y niñas que dependían de un salario en talleres, fábricas o a domicilio de cualquier industria. Y, aunque según Miran- da468, el caso de Elche no se ajuste al concepto de proletariado clásico, sobre todo debido al desarrollo del sistema a domicilio, sí es posible afirmar que ya desde los primeros momentos de la industrialización se encuentra presente una conciencia de clase capaz de desarrollar en muy pocos años todo un movimiento ideológico, político y sindical, en torno al socialismo o incluso el marxismo. En síntesis, la
MIRANDA ENCARNACIÓN, José Antonio.: Hacia un modelo industrial... op. cit. p. 95. 135
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