Page 184 - Agua, Tierra y Capital
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En 1894 damos con otro documento sobre la recogida de basuras; en junio de ese año, el jornalero de 23 años Tomás Soler Agulló se ofrece para recoger los residuos de frutas y verduras de la plaza de abastos con carro con campa- na para anunciar el servicio por 120 pesetas.675 En el documento no se hace ninguna referencia a la existencia de compromisos anteriores, por lo que no podemos saber cómo se resolvió la propuesta de 1887. Pero la normalización de un servicio de recogida de basuras no llegará hasta 1895, según la instrucción de un expediente municipal para el arrendamiento del citado servicio, rematado a favor de José Galiano Sánchez por 121,25 pesetas anuales –cantidad muy si- milar a la propuesta el año anterior- que le concede los derechos de recogida de las basuras diaria de la plaza de abastos durante 4 años, es decir hasta 1899, por medio de uno o más carros. Además, en el expediente encontramos la primera referencia a la posibilidad de que las casas particulares soliciten la recogida de sus basuras676, aunque no especifica si se trata de los vecinos de las calles limí- trofes al mercado o se el servicio alcanza al resto de la ciudad.
Otro aspecto íntimamente relacionado con la recogida de basuras, y sobre todo con la salud pública es la limpieza de las calles a partir de los años ochenta, motivada por los diferentes proyectos de empedrado y pavimentación de vías públicas, y sobre todo, debido a las consecuencia de la citada epidemia, aunque, en realidad, el peso de dicha función recaerá en los vecinos de la ciudad a los que, desde numerosos bandos municipales, se les exhorta a la limpieza de sus portales.
La primera iniciativa que la corporación municipal plantea y desarrolla con respecto a la limpieza de la vía pública no la encontramos hasta 1892, cuando el pleno, ante la necesidad de regar las calles, encarga a uno de sus miembros, Antonio Bordonado Giner, la compra de una bomba de agua677. Pero como decíamos, el compromiso con dicha limpieza lo adquiere el pueblo, que desde hacía años, tenía la costumbre de arrosegar el portal de sus viviendas en todos los barrios de la ciudad, que consistía en fregar o al menos regar la entrada a sus casas, sobre todo en fechas cercanas al peligro epidémico, cuando los bandos municipales obligarán a los vecinos a barrer y regar mañana y tarde las aceras o parte de la vía pública que comprendiese el frente de sus casas, tiendas o ta- lleres, etc. El riego de la mañana deberá hacerse hasta las ocho y el de la tarde hasta las ocho y el de la tarde hasta las seis.678
Sig. 4-10-40. AHME.
Sig. 38-37. AHME.
Libro de Actas Municipal, sesión del 26 de marzo de 1892. (Sig. a 183. AHME).
“Bando sobre higiene en la ciudad”, primer punto, en El Labrador, número 5, del 29 de junio de 1890. (Sig. PH-9. AHME.).
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