Page 33 - Agua, Tierra y Capital
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2.1.3.1. El trinomio sequías/inundaciones/epidemias: un sistema de crisis ecológica
El entorno mediterráneo y la propia geografía del territorio ilicitano, muy próxima a la costa y a la desembocadura del Vinalopó en una albufera, determi- nan el ciclo de sequías, inundaciones y epidemias del término. La presencia del cólera, que desde 1834, será una amenaza permanente en la ciudad. Las oligar- quías locales no se cansarán de denunciar y advertir la proliferación de focos de infección que abundan en las fincas inundadas. Como veremos en diferentes epígrafes, el ejemplo de Carrizales es un paradigma del momento ecológico y económico que padece la agricultura durante el último cuarto del siglo.
La sequía será un mal endémico, cíclico, característico de un clima árido mediterráneo, cuyas precipitaciones, muy por debajo de las estadísticas penin- sulares, suelen ser de 400 a 250 litros por m2 anuales. El ingeniero Lafarga, que visitará la ciudad en 1910, cifraba la media anual de precipitaciones locales en 325 milímetros.74 Durante el siglo XIX se registraron al menos dos grandes periodos de sequía, el de 1842-50 y el de 1874-78, aunque las documentos de las dos décadas posteriores, de fin de siglo, no dejan de hacer referencia a una sequía constante y aguda75. Ya en 1845, los corresponsales de Madoz culpan a la sequía de la despoblación notable de la ciudad durante la primera mitad de la centuria76. Y Pedro Ibarra también concede a la sequía un papel decisivo en los regadíos, la agricultura y sus productos.77 En cualquier caso, el problema de la sequía será tan importante como el abandono de los sistemas de regadío y sobre todo, de la falta de inversión en el mantenimiento de sus infraestructu- ras –acueductos, azudes, acequias y sobre todo el pantano-. En este sentido, la querella en la prensa ilicitana será un rasgo de la época. En marzo de 1884, el semanario El Vinalopó publica un artículo firmado por el periodista autodidacta José Pérez, el título ya es significativo de su objetivo, “¡También los pueblos se suicidan!”. Es una denuncia acerca de la insuficiencia de los regadíos locales para afrontar la sequía: si todavía la palmera resiste, aunque con señaladas muestras de muerte, bien pronto presentarán nuestros huertos un aspecto triste y desconsolador, como en el día ya lo presentan muchos, y el sabroso y deli- cado fruto de la granada de nuestro suelo que tanto se busca en los mercados españoles y extranjeros por la superior calidad sobre los de clase, habrá deja- do de existir.
LAFARGA, Próspero.: “Los riegos de Elche”, op. cit. p. 98.
BROTONS GARCÍA, Baltasar.: La agricultura ilicitana... op. cit. p. 112. Ibidem, p. 64.
IBARRA RUIZ, Pedro.: Historia de Elche... op. cit. p. 85.
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