Page 34 - Agua, Tierra y Capital
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En este último año, las cosechas de granada y dátiles que constituían una verdadera riqueza en este país, han sido cortísimas y de muy mala calidad, y aunque parece que la del presente, no podemos creer más que esto sea el su- premo esfuerzo del moribundo que todos conocemos con el nombre vulgar de “mejoría de la muerte”. El artículo continúa denunciando no sólo la falta de in- versión en los regadíos, sino también la incapacidad de los propietarios para po- nerse de acuerdo,78 en una estrategia agraria local común. Pocos meses después de aparecer el citad artículo, son numerosas las noticias sobre los efectos de las inundaciones en la agricultura ilicitana: Los campos han quedado arrasados; las cosechas, en que los labradores cifraban sus esperanzas, lleváronselas el agua: la hacienda de Aznar y otras muchas conviertiéronse en eriales79.
1884 es el año clave, el año de la sequía y el año de las inundaciones. En mayo, el alcalde, Andrés Tarí Sánchez, se ve obligado a pedir al gobernador un apoyo económico suficiente que mitigue la catástrofe acaecida en Carrizales. La diputación concederá 3.000 pesetas.80 El hecho demuestra la buena relación de Tarí con el gobierno provincial, pero también el peligro de las fiebres, que encontraba en la zona de Carrizales un propicio caldo de cultivo, pero sobre todo del cólera. El año 1884-85 será también significativo por las graves inun- daciones que se desatan en la cuenta del Vinalopó, cuyas huellas todavía eran apreciables cuando Lafarga visite la ciudad.81 Como decíamos, el abandono o insuficiencia de los regadíos en Elche será un tema central, no solo en los se- manarios locales, sino también en escritos de denuncia que muchos ilicitanos presenten ante el Ayuntamiento o las Comunidades de Regantes de la Acequia Mayor o la de Marchena. Además, las inundaciones no solo afectarán a la agri- cultura en sí, sino también a la compleja red de caminos que comunicaban las fincas, a menudos interrumpidos o dañados a causa de la negligencia o mala gestión de los azudes o las acequias. En septiembre de 1888, una instancia municipal firmada por Vicente Candela Pastor solicita que los mayordomos del Azud de los Moros arreglen la Vereda de les sendres. El citado propietario expone que, por motivo de cultivo de las tierras que tiene en Puçol y la Algoda, pasa por dicho camino, el cual está interrumpido por consecuencia del desagüe
“¡También los pueblos se suicidan!”, 30 de marzo de 1884, en El Vinalopó, número 7. (PH- 39. AHME).
“Hablillas”, 9 de noviembre de 1884, en El Vinalopó, número 34. (PH- 39. AHME). Legajo de Correspondencia Municipal de 1884. (Sig. D80/1. AHME).
La avenida máxima conocida en el Vinalopó corresponde al año 1884, y en el puente de Elche hemos podido apreciar las huellas que dejó. Por la sección mojada del cauce y la pendiente del río, hemos podido deducir que el caudal de esta avenida fue de 350 metros cúbicos por segundo. (LAFARGA, Próspero.: “Los riegos de Elche”, op. cit. p. 98.
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