Page 52 - Agua, Tierra y Capital
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el desarrollo de ambos sectores, sin que uno de ellos tenga que ser depredador del otro. Es más, muchas opiniones de reconocido prestigio en la ciudad serán partidarias de una decidida alianza entre agricultores e industriales: el agricul- tor y el fabricante han de estar en contacto, como lo demuestran los hechos más elocuentes de la economía política... En esta misma línea ideológica de regeneracionismo local se encuentra el semanario El labrador135 fundado por Juan de Mata Coquillat en 1888, en cuyo número inaugural se presenta ya como un periódico que pretende la conciliación y mejora de la agricultura, la industria y el comercio. Aunque no faltarán voces desde la neofisiocracia local, como el artículo publicado por el comerciante Rafael Llofriu, que se decanta por la agri- cultura en un sesgo regeneracionista de la época: dar en nuestro país tanto o más importancia a la industria que a la agricultura es desconocer las verdade- ras condiciones en que vivimos e ignorar que, abandonadas las producciones agrícolas, España se muere de miseria...136.
Será la burguesía urbana ilicitana la fuerza que desarrolle la síntesis de intereses entre agricultura e industria. Sobre todo, porque, como veremos en los epígrafes dedicados a las oligarquías, durante este periodo finisecular, en- contraremos los mismos nombres íntimamente relacionados con intereses en un sector y en otro, es el caso paradigmático de José María Buck y Miralles de Im- perial, destacado propietario y pionero en la fundación de la primera fábrica de calzado en Elche, José María López, introductor de la máquina de coser Singer en 1875, Joaquín Santo, acaudalado propietario de tierras a la sazón, impulsor de las primera compañía eléctrica en Elche o los hermanos Torregrosa, Ger- vasio y Casto, detentores de fincas, sociedades de gestión de aguas y grandes fábricas de calzado. Por otra parte, la emigración que se produce desde el camp d’Elx al casco urbano, en un primer momento de carácter temporal, será tam- bién un factor que fusione el trabajo temporal en el campo, fábricas, talleres o en el propio domicilio, también fuertemente sometido a la temporalidad. Como nos advierte el citado modelo de Habakkuk, la precariedad de los sueldos en el campo fue sin duda un factor determinante en el abandono del camp d’Elx en beneficio de la industria, que con sus largas jornadas a destajo, en las que se podían emplear mujeres y niños, ofrecía algunas mejoras en la suma total de ingresos familiares. Durante nuestro periodo será frecuente encontrar oligar-
135 (Sig. PH-35. AHME)
136 “Los vinos y la industria”, 24 de agosto de 1884, en El Vinalopó, número 28. (PH-39. AHME)
En este mismo sentido destaca también el artículo “Varias del escaso desarrollo agrícola, mercantil e industrial de España”, que aparece en el mismo semanario, en el número 43, el 11 de diciembre de 1884.
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