Page 170 - La Libreta Gris - La otra crónica de Elche: 2008-2017
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acotada y la guerra de carretillas. Hala y hala. En cualquier caso, hay que darle la razón al edil Pablo Ruz en que la batalla carretillera ya no es lo que era. ¡Qué tiempos aquellos de principios de la década de 1980 cuando los carretilleros campaban a sus anchas, sin límites ni cortapisas, en todo el centro de la ciudad! Cuando se adueñaban de la Glorieta y zonas adyacentes a golpe de fuego y truenos, haciendo huir en desbandada a los ingenuos y desprevenidos ocupantes de las terrazas del Marfil, la Royal o el Florida, establecimientos que se veían obligados a cerrar por el resto de la noche. O cuando les lanzaban carretillas a alguna familia que trataba de huir de la quema conduciendo presurosamente un carrito de bebé y tratando de proteger a los demás niños. Qué risa. O cuando a algún incauto que osaba pasar con su coche por la Corredora (que no se cortaba al tráfico entonces: aún no se llevaba eso de la movilidad sostenible) le metían una carretilla al interior del vehículo a través de una ventanilla temerariamente entreabierta. ¡Había que ver salir corriendo a los ocupantes envueltos en humo! Eso sí que era diversión sana y popular, y no el remilgo ese de la zona acotada, los trajes militares y los cascos de estos últimos años. La carretilla, por antonomasia gamberra, provocadora, desvergonzada y antisistema había quedado domesticada, convertida en pasatiempo casi de playstation, con unos guerrilleros de pega embutidos en su coraza; y en un domesticado espectáculo para los demás. Así no hay manera de disfrutar de la auténtica esencia popular. ¡Las carretillas han muerto. Vivan las carretillas! (Ya veremos qué pasa este año con los carretilleros irredentos).
Nada más conocerse la noticia se ha montado la polémica. Y hay quien achaca esta decisión de la alcaldesa al cabreo que tiene por lo de su frustrada candidatura a presidenta provincial del PP. Cinco días ha durado la quimérica aventura de Alonso en pos de ese sueño imposible. No han sido muchos, pero tampoco pocos. Había expectación por que la alcaldesa hubiese mantenido algo más el órdago a su amigo el presidente regional Alberto Fabra y a su no menos amigo José Císcar. Total, entre amigos, qué más daba, si se sabía que la cosa iba en broma. Ya que se marcaba un farol, se esperaba de ella que por lo menos lo hubiese mantenido hasta la última mano. Pero claro, la cosa cantaba mucho porque era bastante complicado mantener el envite cuando los demás jugadores se habían dado cuenta de que ni siquiera llevaba cartas. Fue bonito mientras duró, aunque duró poco. La maniobra, dicen los que saben de estas cosas, puede salirle cara. Es posible que este desplante haya acabado con el rédito político que le quedaba en su partido por haber acabado con 32 años de hegemonía
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