Page 13 - Las Clarisas en Elche
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Convento
La vida diaria de una comunidad de clausura está marcada por la oración, especialmente por la Liturgia de las Horas, dedicada por la Iglesia, por las in- tenciones del Papa, por las del obispo diocesano, por el mundo y por aquellas personas que solicitan su intercesión en momentos de enfermedad o angustia. El resto del tiempo se dedica al trabajo en aquellas labores necesarias para la manutención de las hermanas, bien sea fabricación de dulces, costuras o bor- dados, limpiezas delicadas o, como en el caso del actual convento ilicitano, la elaboración de las formas para el sacramento de la Eucaristía. Las religiosas también disponen de algunos momentos de recreo para su esparcimiento.
Respecto a las reglas dadas por Santa Clara a sus hermanas pobres, hay que destacar, fundamentalmente, la recomendación de que vivieran comunita- riamente en unidad de espíritu y según el Evangelio, con voto de pobreza, sin nada propio, en castidad, y prometiendo obediencia y reverencia al Papa y a la Iglesia romana.
Se denomina convento a un grupo de religiosos o religiosas que se unen bajo una regla y orden y hacen su vida en torno a un edificio, generalmente adosado a una iglesia. En el caso de la orden clarisa, es la abadesa la religiosa de mayor rango dentro del convento. Durante muchos siglos las religiosas se di- vidieron en dos clases: las monjas de coro, que se reunían en el coro para asistir a los oficios, y las hermanas donadas o legas, exentas del coro y encargadas de servir a la comunidad en trabajos domésticos. Las primeras solían ser mujeres nobles o de buena posición social y las segundas provenían de estratos sociales más humildes y conseguían entrar en el convento, por medio de donaciones de algún familiar adinerado, como sirvientas, precisamente para que las primeras tuvieran tiempo para dedicarse al oficio litúrgico, o en ocupaciones como can- toras, bordadoras, reposteras, etc. Esta división fue superada con el paso de los tiempos y, de manera oficial, en 1953, conmemoración del VII Centenario de la muerte de Santa Clara.
Como veremos en la documentación histórica, los cargos principales del convento eran abadesa, vicaria, secretaria, tesorera y sacristana, así como discreta o consiliaria o asesora. También se elegían diferentes oficios, como maestra de novicias, para la instrucción de éstas, o torneras o responsables del torno, dispositivo circular giratorio situado en un hueco del muro que separa la clausura del exterior, a través del cual pueden pasarse objetos de una parte a otra sin contacto visual entre las personas, y que constituía la única ventana al
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IntroduccIón

