Page 72 - Las Clarisas en Elche
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Siglo xviii
con una jarra de agua, y se la subministró a dichas religiosas, y haviéndose mudado las mulas del coche, y puesto otras de camino, se bolvieron a colocar dichas dos religiosas en el puesto, y modo que referido queda, y se continuó el viaje, y es siniestro lo que se narra en el auto de haverse clavado las portillas del coche, pues al llegar a la villa de Elche, inmediatamente, en presencia de más de veinte perso- nas que concurrieron, se abrió la portilla del coche, sin más novedad, baxó el que depone, dicho comissario, y en seguida las dos religiosas, con toda la urbanidad, y respeto que pedía el caso.128
Por otro lado, a mediados del siglo xvIII, sin que podamos precisar más, formó parte de la comunidad clarisa ilicitana una monja llamada sor María Rosa, calificada de venerable por los cronistas, que en 1751 escribió un libro que se conservó en el archivo del convento y que debió desaparecer del mismo en 1936. Señala fray Antonio Martín en sus Apuntes bio-bibliográficos sobre los religiosos escritores, hijos de la provincia seráfica de Cartagena, que era una religiosa,
de espíritu extraordinario en la oración, penitencias y visiones con que, al decir de ella, la favoreció la Santísima Virgen.
Escribió un librito, que hoy se conserva inédito en el archivo del mencionado monasterio, que ni aún el nombre de la vidente lleva, por carecer de portada, pero consta que sor María Rosa es su autora (pág. 138 del ms.) así como que lo escribió en 1751 (pág. 141). Aunque el manuscrito carezca de título, bien pudiera dársele el de Compendio de prácticas piadosas. Mide 115 x 111 mm. y 15 de dorso, encua- dernado en pergamino, letra clara y menuda, probablemente autógrafo de sor Rosa, y muy bien conservado. Las páginas escritas son 241 y 6 en blanco.
Después de una invocación implorando los divinos auxilios y un ofrecimiento fervorosísimo al Esposo divino (págs. 1-18), compendia las virtudes que practicó la Santísima Virgen (págs. 19-154), que la monja se propone imitar. A continuación siguen otros actos piadosos (págs. 155-172) y después (págs. 173-224) un origina- lísimo «Ejercicio de la Cruz o de la santísima Pasión de nuestro Redentor Jesús, que este Señor se dignó enseñarme –dice sor María Rosa (pág. 173)- y la obedien- cia me mandó renovarle o hacerle todos los viernes del año. Empieza desde que el
128 Información de todos los testigos presenciales, y los únicos que concurrieron, y vieron en el acto de la amoción de las dos monjas, llamadas sor Rosa, y sor Josepha Guerra, del convento de S. Sebastián de Orihuela, de Agustinas calzadas, interinamente a el de Santa Clara de la villa de Elche: Y los más domésticos sirvientes, y dependientes de las monjas, hasta ocho; sin hallarse otro alguno que pueda decir con verdad de vista, a excepción de éstos. Contra las muchas falsedades, que se han esparcido en desdoro del santo zelo pastoral, y del recto modo de proceder del ilustrísimo señor obispo de esta diócesis, su prelado, y ministros de su curia, Orihuela, Imp. Colegio Seminario de la Purísima Concepción, 1753 (aRchIvo secReto vatIcaNo [ASV], Congr. Concilio. Relat. Dioec., 600B, f. 52v-53 [p. 3v-4]).
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