Page 21 - Con Olor a Hierro - Charo Martinez
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De tanto oírlas por la radio, me aprendí de memoria, con gracejo andaluz, aquellas poesías que recitaba Alejandro Ulloa con su maravillosa voz grave.
¿Me da Vd. Candela, amigo?, mil “grasias”. El farolero que “ensiende” esta callejuela “parese” que se ha “dormío”. No es sitio de mi gusto, tan sólo, tan “escondío”, como “p’a” llevarse un susto... y aquella otra – Me lo contaron ayer las lenguas de doble filo, que te casaste hace un mes y me quedé tan tranquilo, y otras tantas de los hermanos Quintero o de Rafael de León.
Aquellas poesías, en la barbería eran un éxito. Nadie estaba acostumbrado a oír a una niña tan pequeña recitar sin equivocarse y dándole a las frases la entonación precisa. Además, yo sabía decir “otorrinolaringólogo”. Entonces todavía quedaba en las personas capacidad de asombro.
Una vez tuve que salir al patio de la barbería porque necesitaba ir al cuarto de baño. ¡que ingenua yo!, aquello era un cuartucho infecto, sucio y asqueroso, con una pieza de porcelana blanca que estaba marrón oscuro, dos huellas para apoyar los pies y el agujero en medio. Parece ser que era la tónica general tener cuartos de baño terroríficos.
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